El papel de Ciudadanos

Dicen los expertos en negociación corporativa que el éxito de un pacto depende de que las partes puedan capitalizar el acuerdo, aunque hayan hecho concesiones. En realidad –añaden–, nunca se cede, sino que se concede. Si das algo, tiene que ser a cambio de otra cosa, con el objetivo final de que todos satisfagan sus intereses. Se negocia para mejorar las alternativas mutuas.
Quizás por eso cuando se avecina un acercamiento político Ciudadanos tiene por costumbre presentar al interlocutor de turno, a modo de ultimátum, una serie de puntos cuya aceptación es condición irrenunciable para hablar y seguir negociando. Cuestión de táctica e imagen. Pretende visualizar así su influencia en la agenda política y mantener su papel de partido regenerador, consciente de que todo pacto de alto nivel viene a ser una especie de abrazo del oso donde el más fuerte es quien termina por capitalizar los aspectos positivos de la negociación.
Lo hizo así con Pedro Sánchez y lo ha vuelto a practicar con Mariano Rajoy. La diferencia es que el secretario general socialista aceptaba a la primera de cambio los ultimátum que desde diversos frentes le llegaban y el candidato del PP se lo ha tomado en esta ocasión con alguna calma, desconcertado tal vez por la levedad de la propuesta después de tantas idas y venidas. O mejor, para ver si entre tanto se negocia bajo cuerda con el Partido Socialista algo que permita amarrar mejor la investidura.
Muy seguramente Felipe González se excedió un tanto al calificar el paso dado por el partido de Albert Rivera como el primer acto de responsabilidad desde las elecciones. Demasiado, me parece. Se trata en todo caso de un primer paso hacia el desbloqueo de la situación; paso verosímil, asumible en principio por el Partido Popular, pero que cuando se baje a la letra pequeña precisará de no pocos retoques.
Quiero pensar, no obstante, que las conversaciones PP/Ciudadanos van bastante más allá que lo que de las mismas se está informando. Lo digo porque sólo desde la imperiosa necesidad de tener nuevo Gobierno cuanto antes se pueden avalar y dar por buenas las propuestas de Rivera. Algunas resultan altamente objetables, como el automatismo que se pretende establecer entre la simple investigación o imputación por corrupción y la separación inmediata del cargo político afectado, sin esperar siquiera a la conclusión de la instrucción. Se trata de una teima muy querida por Ciudadanos, pero que es contraria al espíritu de la reciente reforma de la ley procesal penal.
Al final, habrá, sí, acuerdo. Pero lo que también bien puede darse como probable es que Ciudadanos será un incordio constante para el eventual Gobierno del PP. Un Gobierno “en el que no confiamos”, como no se hartan de repetir.

El papel de Ciudadanos

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