Correspondió subir al palco escénico del Rosalía, ciclo principal, dos funciones con aforos completos, el estreno de “Páncreas”, de Patxo Tellería, servida por la compañía Concha Busto y Centro Dramático Nacional. Comedia contemporánea en verso –así la define su autor– donde tres amigos se reúnen para dirimir la cuestión que les afecta. Nada menos que solucionar la dolencia de Javito, necesitado de un trasplante de páncreas, aprovechando la circunstancia que Raúl ha decidido suicidarse, porque no quiere sufrir los estragos de la vejez próxima. Para ello César se ofrece mediador a fin de solucionarlo, solicitando del presunto suicida que adelante su decisión donando a su amigo la víscera. El argumento se desarrolla en una noche. Disparatadas horas donde confluye este juguete cómico- melodramático sobre el tiempo actual. Pero aquí no hay solo astracanada, comedia de arte, vodevil, disparate, esperpento, farsa, mito, musical y otros géneros más. Por encima sobrenadan como ridículo ectoplasma los sentimientos ocultos de quienes quieren entregarse sin logralo.
El espejo teatral nos embruja y hace reír gracias a estos actores auténticos, dueños del ademán y con graves voces moduladas que llegan nítidamente hasta el último rincón. Encima están magníficamente dirigidos por Juan Carlos Rubio, que desmenuza hábilmente las situaciones. Para ellos se vale de una buena escenografía – chimenea francesa con espejo, puertas al foro, escalera helicoidal que accede a galería mirador–. Excelente música original, espacio sonoro e iluminación. Vestuario a base de levitas iguales y bombines sonrientes que definen a los personajes preocupados de olor repugnante. Versos libres, ripios, ondulaciones armónicas. Empastados tríos acompañados por piano y responsabilidades asumidas por tres actorazos, José Pedro Carrión, Fernando Cayo y Alfonso Lara. Éxito tan explosivo como la bombona que al reventar se lleva a nuestros buenos ángeles al limbo de los justos…