Escribo esta carta para todos aquellos hombres que no entienden el porqué de esta mal llamada revolución de las mujeres, ni comprenden por qué ahora salimos con tanta fuerza a las calles a protestar, visibilizar y denunciar nuestra situación.
Escribo desde mi condición de mujer, criada en un mundo de hombres al amparo de un matriarcado machista, educada por sus predecesoras en pleitesía al varón, criadas para que el hombre fuera el señor feudal atendido en todas y cada una de sus necesidades porque era el que traía el pan a casa. Eso sucedía cuando unos años atrás, las mujeres necesitaban la firma del hombre para buscar un crédito. Tenías hasta que “guardarle ausencia”, significaba no salir de casa mientras tu marido o prometido estaba embarcado y a las adolescentes se les preparaba el ajuar, al mismo tiempo que en el colegio, mientras las chicas iban a clases de calceta, los chicos jugaban al baloncesto.
No penséis que me refiero a los años 30, sucedía cuando yo tenía 18 años y no podías salir hasta que tuvieran tus hermanos toda la ropa planchada, la casa recogida y la cena hecha, pero tú tenías que estar a las 12 en casa, como las cenicientas y mis hermanos sin horario de llegada, pero eran hombres, como decía mi abuela; “ellos se sacuden los pantalones”. Luego al casarme (mi abogada lo definió como un troglodita) y después de desarrollar el cometido de ser madre, trabajar para que el fuera dueño de su vocación, comencé a pensar en mí y a desarrollar mi inquietud o talento de escritora, surgieron las prohibiciones, casi como si viviera en el siglo XIX, en la cual debías firmar tus obras bajo el pseudónimo de un hombre, pero esto era en el 2004 y al publicar mi primer poemario literalmente me dijo, no saldrás más de casa a promocionar tu libro.
Al escuchar esta sentencia, estas palabras de represión de hierro, provocaron que mi interior se agitara con todas las contracciones continuas de los partos provocados y dije: No soy diferente que tú. No puedes encerrar en una jaula la libertad, ni mi condición de mujer independiente. Yo he estado a tu lado apoyándote para que alcanzaras tus ilusiones, las he materializado y luchado para que fueras propietario de tus sueños. Entonces le escribí un poema que decía:
Xa estou cansa, amor / de que vexas en min un burato…
Se lo di y me fui para ser yo misma, libre, soberana, creadora y dueña de mis decisiones sin coacciones.
Porque esta es la esencia. No somos diferentes. Esto no es una lucha de mujeres contra hombres. Es la manera de deciros que estamos cansadas de que cada paso que damos nos suponga sangre, renuncia y lágrimas. Recordar que fueron nuestros úteros los que os cobijaron, alimentaron y formaron. Que fueron nuestros dolores y sudores los que os dieron el primer aliento, el primer alimento que tomasteis salió de los pechos de una mujer y disteis los primeros pasos sujetos a nuestras manos y os hicimos hombres, amando, perdonando, protegiendo y esperando nada más que el día que tuvierais ante vosotros una mujer pensarais en la imagen de una madre.
Esta carta es para que meditéis y comprendáis que llevamos mucho tiempo dando pasos para que se reconozca nuestro sitio en el mundo, muchas mujeres dejaron la vida en ello.
Y toda esta referencia a la infancia es para que logréis entender que todo comienza, recibiendo de una mujer amor, complicidad, entrega y respeto. Os voy a poner unos ejemplos de momentos muy verídicos que suceden lamentablemente demasiado a menudo y con dos reacciones diferentes.
-En vuestro puesto de trabajo, en un restaurante hay una compañera de trabajo que al igual que tú, trabaja las mismas horas y cobra menos por ser mujer. (No decís nada o buscáis la manera para solucionarlo, convocando incluso una huelga y enfrentarse al jefe)
- Os encontráis en el salón de casa y en el piso de al lado escucháis los gritos y los golpes hacia una mujer. (Protestáis por el ruido o acudís en su auxilio)
- Presenciáis un partido de futbol e insultan a la arbitra. ( Os sumáis a la turba o increpáis a los que se meten con la arbitra.)
O por jugar la selección femenina de futbol apagan el televisor. (Lo aplaudís o pedís que la enciendan ya que entes pusieron un partido de futbol masculino)
- Unos impresentables deciden por su propia iniciativa drogar a una chica y violarla. (Pensáis que fueron unos machotes o bien os sumáis a las protestas de la calle condenando esta vileza)
- Vais por la calle y una chica lleva una falda corta y ya la tratan de puta haciéndole proposiciones repugnantes, (Pensáis que le está bien por ir provocando o les llamáis la atención a esos energúmenos)
- En el bar, los de la mesa de al lado comentan como se follaron a una y difundieron sus imágenes. (Queréis ver el vídeo o llamáis a la policía)
Y ahora os pregunto: ¿Y si las mujeres de todos estos ejemplos fueran vuestras hijas o vuestras nietas? ¿Seguiríais impasibles o entraríais en acción?
Seguramente, vuestra reacción sería la segunda opción de cada una. Le plantaríais cara al jefe para que le subiera el salario, al que insulta no dudaríais en recriminarle su actitud, le cortaríais la polla si fuera necesario al que violo a vuestra hija, a los bocazas que lo cuentan y lo difundieron tendrían que visitar urgentemente al dentista. Y pediríais que encendieran la Tv porque en ese partido juega vuestra hermana. Porque os duele. Totalmente entendible, pero la esencia es que no debe doleros solo por ser familia, debe explotar en vosotros la indignación porque es a un ser humano, a una persona, a una mujer a quien están pisoteando. Y si fuerais vosotros por un momento esas mujeres ¿ Cómo os sentiríais? La desigualdad y la implicación es lo que marca estas actitudes, lo primero es lo que se debe erradicar en un mundo que ha perdido los valores, la educación, el respeto.
Me asustan las estadísticas cuando alertan de que son necesarias varias generaciones para erradicar la violencia hacia las mujeres y como sé que con la unión esas estadísticas se pueden revertir, para ello os escribo, para que nuestra voz sea también la vuestra, porque solas no podemos, mientras nos encontremos ante los muros que levantan las propias leyes, las desigualdades contra vosotros y contra nosotras. Muchas de las mujeres que son asesinadas a manos de sus ex parejas, mueren por ser mujeres valientes que un día decidieron romper la relación para ser libres, iniciar otro camino, pero muchos hombres “educados” para considerar a su mujer de su propiedad, no pueden entenderlo, máxime cuando los jueces en su afán de proteger al menor, se olvidan de vosotros, dejándoos sin casa, en la calle y en casos que conozco personalmente, sacan de sí mismos ese odio de un demonio que les lleva a apretar el gatillo.