Seguí la explicación de la conselleira de Sanidade en el Parlamento la semana pasada sobre el colapso de las urgencias hospitalarias por la ola de gripe y seguí las réplicas de los portavoces de la oposición que, en su papel, pidieron su dimisión por no saber gestionar ese problema.
Pero si yo estuviera en la oposición, más que por los problemas causados por este pico de gripe, que poco difieren de los de años anteriores, preguntaría a la conselleira por la privatización de la gestión de las dotaciones tecnológicas del sistema sanitario gallego.
Dentro de nada todo el aparataje que utilizan los profesionales sanitarios para la realización de pruebas diagnósticas y tratamiento de pacientes será suministrado por multinacionales del sector a través de una modalidad de contratación que llaman “diálogo competitivo” en un proceso de colaboración público-privada que tanto gusta al PP. Silenciosamente, esas grandes compañías se van a hacer con el control de toda la infraestructura tecnológica del Sergas: TAC, resonancias, mamografías, aparatos de laboratorios…. Una mina de dinero en aparatos y consumibles.
Va en los genes de los gallegos ser un poco desconfiados y sabiendo que el futuro de nuestra asistencia sanitaria pasa por las tecnologías, es para echarse a temblar. Porque el “diálogo competitivo” de esas empresas es la rentabilidad y, fieles a ese objetivo, cabe la posibilidad de que instalen en Galicia aparatos innecesarios, poco probados o de dudosa fiabilidad, e incluso puede que en algunos hospitales coloquen equipos técnicos obsoletos, ya desechados en otros centros hospitalarios de vanguardia. Sumen a esto el aumento de gasto por la multiplicación de las pruebas diagnósticas cuyo número rentabiliza todo el negocio.
Tenemos una asistencia sanitaria homologable a las mejores. Pero este hermoso edificio de la Sanidade se está desmoronando por una deficiente dirección y coordinación de personas y equipos, por los enormes recortes económicos que impiden la reposición del personal que se jubila, obligan a cerrar camas, engordan las listas de espera… Y por el proceso creciente de entrega de la sanidad pública a empresas privadas que, no nos engañemos, en lugar de “hacer medicina” atendiendo enfermos, gestionan gasto sanitario buscando el máximo beneficio.
Desgraciadamente, para esas empresas, igual que para los gerentes, hay muchas enfermedades y pacientes que no son rentables.