Laicos sin curas

Hay demasiados silencios en los corrillos eclesiásticos y no sé si es por la reunión del Papa con el Patriarca Kiril y su posterior viaje a México lo que ha creado una especie de momento reflexión, o es que el espectáculo de nuestros parlamentarios nos han dejado en una especie de letargo mental que nos ha paralizado (les prometo que a mí sí). 
Pero hay que salir y nada mejor para ello que releer lo que la semana pasada publicó mi querido Antón Aneiros en este espacio y que es la primera parte de una sugerente reflexión titulada “Unha Iglesia sen cregos”, en la que comenta, en esta primera parte, la inercia en que hemos caído fieles y curas en las eucaristías; muchas prisas y demasiadas homilías vacías, fieles que asisten porque quizás es la única oportunidad de ir al templo, casi siempre cerrado, a rezar. 
Un vacío en las misas que asusta y que es consecuencia de acciones pretéritas. Leyendo su reflexión, me acordé de una reunión en Mondoñedo a la que asistí, hace mucho tiempo, y en la que debatimos, entre otras, por qué a las misas iba menos gente (si, gente). 
Surgieron varias hipótesis que luego pondríamos en común en un documento que el Obispo “archivaría” en su carpeta. Un participante apuntó que creía que una de las causas (no había una única), era la dificultad de comunicación que tenía una mayoría de curas. 
No trasmitían, no emocionaban; las homilías eran vacías limitándose, generalmente, a una reproducción memorística del Evangelio del día. Entendía el ponente de la tesis que los curas deberían formarse en cómo hablar al público. 
No recuerdo literalmente la respuesta episcopal, pero fue algo como: “eso no sirve para nada”. Lástima que el tiempo dé la razón a aquel interviniente de buena fe y se confirme la nulidad de algunos que se llamaban pastores y se creían príncipes. 
De acuerdo contigo, amigo Antón. Y lo peor es que ya no tiene solución, al menos a medio plazo (¡ay la esperanza!). 
Cuando me preguntan donde veo la salida, digo… pues en el camino de las asociaciones de laicos, y en las Órdenes Terceras (Ferrol tiene tradición). Pero eso es otra historia.

Laicos sin curas

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