LA fashionista Carmen Lomana es la encarnación de las buenas maneras. Incluso a Jaime Peñafiel, el único hombre del mundo capaz de encontrar un defecto en una persona que para todos es modélica, le sería difícil descubrirle una tara. Sin embargo, la relación que mantuvo –fuese del tipo que fuese– con Monedero –qué gran apellido para alguien que sufre episodios de amnesia cuando tiene que hacer frente a sus obligaciones tributarias– debe provocar efectos secundarios, porque Lomana se ha desbocado. También puede ser una consecuencia diferida de aquella vez en que fue candidata de VOX al Senado. Lo de menos es el motivo de su comportamiento, lo importante son sus mensajes. Sobre Pedro “La sonrisa Sánchez” y su mujer ha dicho: “No la aguanto a ella ni a su marido”. Menos mal que hizo esa declaración antes de que el presidente borrase la bandera y el escudo de España de su tuit de homenaje a las víctimas de los atentados yihadistas en Cataluña porque sino ella misma lo hubiese pasado a cuchillo.