“aquí no se viene por vocación”. Lo dice una de las 166.000 personas que ayer se presentaron a las oposiciones para ocupar alguna de las 4.005 plazas fijas vacantes en Correos. Y es cierto que no es lo más habitual encontrarse con un niño que diga que de mayor quiere estar en una oficina postal. Es más una de esas sugerencias que hacen los padres preocupados por el futuro de sus retoños cuando ven que llegan a cierta edad con aspiraciones que no casan con pagar un alquiler y llenar el frigorífico. De entre los puestos públicos a los que se puede optar, los de Correos son de los más apetecibles. Aparte de aguantar estoicamente a que un cliente se decida entre sobre verde y paquete azul, las situaciones incómodas son más bien escasas. Y los carteros de reparto se ahorran el gimnasio. Todo son ventajas. Lo del puesto fijo y el sueldo por encima de la media de la empresa privada ya casi es un extra.