El peligro de las invitaciones de Bono

DE no haber existido la política, Bono, no el cantante, sino el expresidente del Congreso, hubiese sido equilibrista; siempre ha caminado por el alambre con la soltura propia del alumno predilecto de Pinito del Oro. Su última representación como funámbulo fue aquella cena que compuso, a espaldas de Pedro “La sonrisa” Sánchez, para que ZP y Pablo “Viva la gente” Iglesias se conociesen. Pero algo tuvo que fallar en la cita y el jefe de Podemos debió de recriminarle que su actuación como versión humana de eDarling dejaba mucho que desear. Bono ha estado rumiando su despecho y lo ha regurgitado asegurando que está harto de Iglesias y de la cesta con tantos gallos que ha fabricando. ¡Vaya por Dios!

 

El peligro de las invitaciones de Bono

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