El pequeño Nicolás, un auténtico mito en el arte del selfi –si pasase a papel todos sus autorretratos con famosos, la deforestación de la Amazonía alcanzaría una velocidad supersónica–, no sale de una y ya se mete en otra. En los últimos meses se ha librado de algunos asuntillos judiciales que podían haberlo conducido a la cárcel. Hacer el tránsito de pequeño Nicolás a mayor Nicolás entre rejas, rodeado de tanto patibulario patilludo y tatuado, hubiese sido duro para él, que es todo un “caramelito”. Si ya nunca estuvo muy centrado, esos éxitos han hecho que se disperse un poco más y ahora quiere ser eurodiputado. Se ha montado una plataforma, Influencia Joven, de la que empieza a desvelar su programa, en el que destaca la promesa de legalizar la marihuana. Tenía razón su abogada cuando alegó en un juicio que estaba jamado. ¡Y logró evitar la condena!