Los descamisados socialistas de principios de los ochenta aún no se habían librado por completo de los cuarenta años de influencia de las letanías del nacionalcatolicismo e inventaron sus propios mantras. Uno de los que hizo más carrera fue el de “OTAN no; bases fuera”, que Pedro “La sonrisa” Sánchez reinterpretó durante el tiempo que transcurrió entre su defenestración y su recunque. No se cansaba de repetir que lo importante eran las bases. Ahora, sin embargo, cuando ya no importan nada. ¿Militantes?, ¿qué militantes?, ¿quiénes son los militantes? Como le ayuden las tropas de la OTAN lo va a tener complicado, pues se ha empeñado en colocar a los ministros y ministras de su Consejo en las listas electorales –la coruñesa Nadia Calviño es la única que se ha descartado– y los aparatos locales del partido se han rebelado. El caso de Andalucía es el más destacado, pues allí el sanchismo carece de raíces, pero por España adiante va creciendo la contestación a los planes del secretario general. No cheira bien del todo el asunto; si los propios afiliados al partido no confían en él, ¿qué puede ocurrir con los votantes?, aunque Tezanos diga que lo apoyarán en masa.