La tercera España

n estos “tiempos modernos”, donde la dictadura mediática nos bombardea con una propaganda sectaria disfrazada de “buenismo”, se agradece la llegada a nuestras manos de la obra del coronel de caballería José María Fuente Sánchez titulada “La auténtica Tercera España. Ni prejuicios ni obediencias”. Con la libertad que dan los años y el deber cumplido, y con el pasar de las páginas, uno se da cuenta de que el autor sabe de lo que habla. No en vano, en su currículum se puede leer “Diplomado en Estado Mayor con más de veinte años de experiencia internacional, entre ellos cinco como Consejero en la Conferencia de Desarme de la ONU (Ginebra) y asesor militar en el Ministerio de Exteriores...” ni más, ni menos. Mientras que los políticos se divierten clasificándonos de izquierdas o de derechas con el único fin de salvaguardar sus “Reinos de Taifas”, y la mentira demagógica es el pan nuestro de cada día en este nuestro bendito país, se agradece, como decíamos, un ensayo crítico y descarnado “sin perjuicios y sin obediencias...” pero... ¿cuál es esa tercera vía de la que habla? El autor pretende (y logra) resolver la cuestión primero analizando la existencia real de esas dos Españas. Otro aspecto, muy importante que merece destacarse de su estudio, es el gran conocimiento que demuestra de la historia moderna y contemporánea de nuestro país, lo que le permite hacer un análisis frío de todos los convencionalismos y falsedades que, bien por ignorancia, bien por pura manipulación, se han ido asentando en la memoria colectiva de la gente como auténticos “mantras” que dominan el lenguaje de lo políticamente correcto y del pensamiento único que algunos partidos políticos intentan, a través de los medios de comunicación, imponer. ¿Cómo combatir todo ello? Una de sus recetas es el “Derecho Natural [...], que es la teoría ética y jurídica que defiende la existencia de derechos del hombre inscritos en la naturaleza humana, universales, anteriores y superiores (e independientes) al ordenamiento jurídico positivo y al Derecho consuetudinario. Personalmente, tras la lectura del ensayo, he reflexionado lo injusto que es que se critique la labor del periodista. No hay que olvidar que no deja de ser una persona y profesional más que, como usted y como yo, tiene que pagar una hipoteca y seguramente sacar adelante a una familia.  Lo digo porque como cualquier empleado tiene que obedecer a su jefe, y seguir la “línea editorial” impuesta para cobrar todos los meses... ¿y quién marca esa línea editorial entonces?, ¿el director?, pues no, la marca el propietario del medio, que en el caso de los grandes grupos mediáticos dependen de la banca acreedora y de determinados consejos de administración de empresas del IBEX 35, cuyos miembros, de dudosa catadura moral, lo único que les interesa es ganar dinero... y es por ello que intentan manipular a la masa pusilánime e ignorante que no es capaz de ver más allá del día a día, combinando con maestría desigual medias mentiras y medias verdades. Sólo así se explica que en una nación donde viven 48 millones de personas en la televisión siempre se ponga el foco en problemas que no son reales, todo con el diabólico fin de distraernos mientras nos explotan con jornadas de trabajo agotadoras y sueldos de vergüenza.

La tercera España

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