Hace cosa de un mes la Universidad de Barcelona decidía suprimir de su oferta el Máster de Homeopatía que venían impartiendo desde 2004. La falta de base científica fue la razón aducida para su eliminación. Ahora le toca el turno al Máster en Medicina Naturista, Acupuntura y Homeopatía de la Universidad de Valencia, que tras nueve ediciones echará el cierre. Antes la Universidad de Sevilla suspendió su máster en 2009 y la de Córdoba canceló sus cursos en 2013. La Universidad de Zaragoza también abandonó la Cátedra Boiron de Homeopatía en 2014, tras cinco años de cooperación. De esta forma sólo se mantiene en España el curso de posgrado sobre la homeopatía que ofrece la Universidad Nacional de Educación a Distancia.
Mientras, los homeópatas cierran filas y celebraron su Día Internacional de la Homeopatía el pasado 10 de abril. Una celebración que no está reconocida por la OMS. Una vez más vemos como se aprovechan y se visten con los mismos ropajes que las ciencias para vender una imagen de credibilidad que no se sostiene bajo un mínimo análisis. Los homeópatas recurren ahora también a la victimización. Se sienten perseguidos y denuncian complots de las empresas farmacéuticas. Esto resulta irónico cuando es precisamente una única empresa, la francesa Boiron, quien monopoliza un mercado de productos homeopáticos, que en España ha llegado a mover 60 millones de euros.
Han pasado 200 años desde que Samuel Hahnemann inventara la homeopatía, un tiempo en el que esta disciplina no ha cambiado ni una coma de sus postulados, algo cuanto menos curioso. Ha habido sin embargo tiempo para hacer pruebas y ensayos clínicos. Ninguno ha demostrado que la homeopatía tuviera más eficacia que la del efecto placebo. Cuando los síntomas de una enfermedad leve remiten de manera natural, los pacientes achacan la curación a la pastilla que hayan tomado, sea un caramelo o un caro pseudotratamiento homeopático.
La desaparición del máster de la Universidad de Valencia ha sido motivo de celebración para aquellos que se posicionan en contra de la homeopatía y otras terapias pseudocientíficas. Muchos argumentan sobre la inocuidad de las mismas para permitir su coexistencia con la medicina convencional. El problema viene cuando pacientes desesperados deciden abandonar tratamientos científicos por promesas sin fundamento. Y ahí es cuando estas pseudociencias acaban costando vidas.