La peatonalización de los centros históricos de las ciudades suele provocar controversia entre los vecinos afectados. Las calles de ciudades antiguas como Ferrol no se diseñaron para absorber una aglomeración tan intensa de vehículos como la actual. Con el inicio del boom del automóvil privado los técnicos del ayuntamiento tuvieron que estrujarse el cerebro para buscar espacio suficiente para la circulación y el aparcamiento de tanto coche. Los peatones fueron desplazados de las calles relegándolos a caminar solamente por las estrechas aceras y por un par de plazas. Compramos un coche porque nos proporciona la libertad de ir a donde queramos y cuando queramos pero no evaluamos el rendimiento económico que supone tenerlo porque si lo hiciéramos iríamos, probablemente, mucho más en el “coche de línea”.
El principal problema del coche lo crea su uso generalizado y desmesurado que provoca la congestión e ineficiencia de todo el transporte viario. Además, por la falta de educación vial y de civismo de algunos automovilistas, los peatones ven reducida aún más su movilidad al aparcar los coches en las esquinas, en doble fila, sobre la acera, frente a los portales, en las paradas del autobús, etc. Esta dependencia que tenemos del coche particular no solo restó espacio a los peatones sino que se ha llevado por delante el transporte público. De esta forma los ciudadanos no tan motorizados, los mayores, los jóvenes y los minusválidos, han visto reducida de forma importante su capacidad de movilidad dentro de la ciudad y en sus suburbios. La peatonalización mejora la movilidad, provoca más actividad recreativa, menos sedentarismo, más salud, menos contaminación, más libertad para niños y mayores y por tanto mayor calidad de vida.
Algunos ciudadanos de la zona que se quiere peatonalizar alegan que esta actuación les provoca inconvenientes. Es razonable que se les proporcionen alternativas que minimicen en lo posible los perjuicios que se les ocasiona, aunque todos debemos hacer un esfuerzo y pensar que no siempre podemos permitirnos aquello que nos gustaría hacer o tener. Es un tema, por tanto, de prioridades. La afirmación de ciertos comerciantes que se empeñan en convencernos de que perderán ventas si se suprimen zonas de aparcamiento en sus calles es incierta; la experiencia acumulada en otras ciudades con mayor peatonalización lo demuestra. Personalmente yo prefiero ir de compras por una calle peatonalizada y no llena de coches tal como ocurría, no hace mucho, en la calle Real. Ir de compras con la familia en fila india por las estrechas aceras y sorteando coches no es de mi gusto, por eso casi es mejor ir a un centro comercial. Además aparcar en los suburbios de Ferrol o en los alrededores de la zona que se quiere peatonalizar no supone andar más de 10 minutos; ojalá los habitantes de Madrid pudieran caminar solo medio kilómetro para ir a su puesto de trabajo o de compras.
Me sorprende que en este debate no se hayan analizado los futuros requisitos de la movilidad en coche pues es determinante a la hora de tomar una decisión. Muy pronto, según los expertos en menos de 15 años, la necesidad de plazas de aparcamiento en las ciudades se reducirá a menos de la mitad. Hay dos razones económicas para este cambio. Por una parte el coche privado está parado de media el 96% de su vida útil. Por otra su coste real es, de media, unos 300 euros al mes si se suma al precio de adquisición los costes operativos, es decir seguros, impuestos, mantenimiento, combustible, garaje, etc. Además el transporte público está siendo cada vez más aconsejado y demandado para las ciudades. Será el futuro.
Tony Seba, catedrático de emprendimiento empresarial, interrupción y energía limpia en la Universidad de Stanford, arropado por una serie de empresarios emprendedores de Silicon Valley, escribió lo siguiente, “se ha iniciado ya una nueva era de energía limpia y de coches más inteligentes que irrumpirá de manera fundamental, total y permanente, en nuestra vida de forma tal que incluso los partidarios más idealistas de una energía verde nunca podrían haber imaginado”. Este cambio tan fundamental lo denomina Tony Seba “disrupción limpia”. Según su pronóstico, “entre 2017 y 2018 comenzará una migración masiva de coches a gasolina o diesel a un mercado totalmente dominado por vehículos eléctrico”. Además, según ellos, el concepto “dueño de un vehículo” quedará obsoleto a excepción de unos pocos que lo necesitarán como herramienta de trabajo. Lo que se implantara es el coche de alquiler autónomo, por períodos de tiempo muy breves y con disponibilidad inmediata. A su vez esta nueva forma de movilidad mecanizada se complementará con un transporte público colectivo eficaz. En una siguiente fase ya no tendríamos que ir a un lugar próximo a coger el coche sino que vendría a nuestra casa a recogernos y sin conductor. Incluso se está hablando ya de disponer de un coche a cambio de una tarifa plana mensual.
Según estos expertos del emprendimiento de Silicon Valley, en la década del 2020, o sea mañana, el número de coches estacionados y en circulación se reducirá paulatinamente hasta en un 80% con respecto al parque actual. La rapidez del cambio dependerá de la cultura, la política y la aceptación de los ciudadanos de cada país. Este modelo de movilidad va parejo a las tendencias en el diseño de las ciudades del futuro. Según algunos urbanistas como Carlo Ratti, director del Senseable City Lab del MIT, la receta a aplicar en el diseño urbano debe basarse en “un puñado de verbos” como, compartir, colaborar, reutilizar y regenerar.
En definitiva, la peatonalización del centro de Ferrol debiera ser consensuada, flexible y viva de forma que, si los objetivos que persigue no se cumplen, habrá que repensar la actuación y modificarla en consecuencia. Por ejemplo habrá que revertir la peatonalización si provoca el nefasto efecto de que una calle quede desertizada. Además, insistir en rehacer el aparcamiento de la plaza de Armas impediría la peatonalización del mismo centro de Ferrol y será innecesario en un futuro inmediato. Un diseño de esta plaza que siga el estilo de proyectos “verdes” presentados en el concurso sería más adecuado para el futuro tecnológico de movilidad que se avecina.
Conseguir una plaza de Armas nueva, con una apariencia similar a la bella y clásica plaza de Amboage, sería muy congruente.