Hace tiempo que Televisión Española camina por el filo de la navaja. Es posible que lo suyo no sea luchar por la audiencia, sino buscar programas de calidad, pero es evidente que los españoles no comulgan, por ejemplo, con sus informativos, a los que han relegado al tercer puesto de las preferencias y a punto de caer al cuarto. La errática dirección de Rosa María Mateo, que ha visto como el prestigio ganado a golpe de trabajo y coraje durante años, se ha desvanecido en apenas unos meses, tampoco ayuda. La situación es muy complicada y parece que no hay una solución fácil.