Los vascos tienen fama de laboriosos. Andoni Ortuzar por su nombre podría haber sido delantero centro del Athletic o levantador de piedras en Rentería, pero es el presidente del PNV. ¿Es o no laborioso? Imposible saberlo, porque entender a un nacionalista vasco es complicado. Un día te dice una cosa, sobre todo si por medio hay 500 millones, y al siguiente la contraria, sobre todo si hay 500 millones y un poco más. Así ocurrió cuando se planteó la moción de censura contra Rajoy. El PNV estaba un día con el entonces presidente y al día siguiente, gracias a ese “y un poco más”, se pasó al otro bando. La jugada se repitió meses después. Estaba el Gobierno muy exigido con la convalidación de los decretos-leyes aprobados en los Consejos de Ministros y Ministras sociales, así que el PNV aprovechó para chalanear. Ortuzar utilizó a un propio, el portavoz parlamentario del partido, Aitor Esteban, para presionar y a cambio del “sí” logró todo lo que quería, un buen paquete de competencias. Ahora, en plena contrarreloj para la investidura, cuando el PSOE aún anda escaso de “síes”, Esteban ha advertido de que nadie les ha llamado para “negociar”, que ya se sabe lo que significa en boca de un dirigente del PNV. ¿Es Ortuzar laborioso o no? Más bien casi hay que pensar que es un aprovechado.