A José López Orozco le dio por la política y acabó de alcalde, casi vitalicio, de Lugo, pero si le hubiese dado por cuestiones más pías hubiese acabado de obispo de Mondoñedo, pues la apariencia la da perfectamente. Entre los concejales que formaron sus sucesivos gobiernos se encontraba José Ramón “O Garañón” Gómez Besteiro, que jamás hubiese llegado a monseñor, ya que su aspecto se asemeja al de un feirante con el riñón bien cubierto y no al de un seminarista ambicioso. En la política, en cambio, llegó bastante arriba, pues ascendió hasta la secretaría general del PSdeG, de la que se cayó empujado por diez imputaciones judiciales, cuatro de ellas relativas al escándalo inmobiliario del que toma su alcume. Pasados diez años, y a punto de perder su puesto en Lugo, la jueza Pilar “Perdóname que insista” de Lara ha cerrado el caso imputándolos a ambos. Orozco, con retranca canónica, ha sentenciado: “Tengo que felicitar a la jueza por la prisa”. Besteiro guarda silencio. Lo dicho, ni a seminarista llegaría.