Puchííí (off topic)

odo lo que ha pasado en Cataluña (es decir, en España) durante el último mes y medio ha terminado convirtiéndose en un sainete. Quizás lo debimos de presentir teniendo en cuenta la catadura moral de los protagonistas involucrados en él, pero como siempre, la realidad supera cualquier ficción. El punto tragicómico lo representó sin duda la huida a Bruselas del Sr. Puigdemont, que ha colmado la capacidad de asombro de propios (españoles) y extraños (independentistas).  La actitud cobarde del sujeto, hace que la comparación con los buenos españoles que a lo largo de la historia han defendido sus ideas no sea sólo odiosa, sino ridícula. Lo de “servir hasta morir” no está escrito en el ADN (superior por cierto según ellos al resto) de los independentistas. Patético.
Resulta que el ex presidente de la Generalidad de Cataluña nos ha salido rana. Ha querido ser un “Assange de la vida”; es decir, convertirse en un ídolo de los antisistema aunque eso sí, disfrutando de las comodidades de una embajada como Dios manda… ¡hasta ahí podríamos llegar! Recordar aquí que al aludido delincuente australiano acusado en Suecia de los delitos de violación, abusos sexuales y coacción, después de darse la vida padre y ante la autorización de su extradición por parte de un juez británico, solicitó asilo político en la embajada de Ecuador en Londres. Y yo me pregunto ¿cómo un país democrático como Ecuador pudo concederla? Como en el pecado va la penitencia, dicha protección les está saliendo por un ojo de la cara. En el caso del golpista Puigdemont, y tal y como están las cosas, eso ya no va a ser posible. Lo que me extraña del caso es que en vez de elegir refugiarse en Bruselas no se haya ido a Suiza; lo digo más que nada por la comodidad que supone tener cerca a tu banco de confianza (de grandes cuentas, y por supuesto no catalán); pero voy a dejarlo aquí, no vaya a ser que entre tanta “mentira” vaya a decir alguna verdad. Otro golpista, un tal Tejero, cumplió (creo) quince años de condena. Propongo que ante igual delito, al Sr. Puigdemont se le aplique idéntica pena, aunque en este caso no sería tan dura debido al cambio climático. Pero no se dejen engañar por los anteriores párrafos, aunque no se lo crean yo por Puigdemont siento la misma condescendencia que experimento ante la conducta de un niño con “Síndrome de Down”, por lo que cuando termino de ver en el telediario cualquiera de sus “hazañas”, me sale el exclamar en voz alta (no exenta de admiración de lo surrealista) el apodo con el que le he bautizado: ¡Puchíií!  Y es que, sólo a un discapacitado intelectual se le ocurriría en el mundo actual independizarse. Lo peor de todo son las consecuencias que dicho intento han tenido para la sociedad catalana y por ende la española y la europea. Otra consecuencia de devastadores efectos psicológicos haya sido la provocada por saturación que hemos tenido con “el tema”, ya que se ha convertido en “monotema”. Como dice mi mujer malagueña, han sido más pesados que “un collar de melones”, y a fe mía que el Sr. Puigdemont and Cía. han producido tal hartazgo en la sociedad española que será difícil de olvidar. Perdón por utilizar este espacio dedicado a la “mar y los barcos” para este odioso asunto, pero…¡hay que ver qué a gusto me he quedado!
 

Puchííí (off topic)

Te puede interesar