El indio Mariano

Nadal sabe que si metes los dedos en un enchufe te atiza un calambre de la hostia, y no quiso meterlos en el asunto de la tarifación. —Eso no se toca, le dijo el indio Mariano; eso lo arreglo yo, que sé un huevo de esto y ya dije que “el precio de la luz no está en manos del Gobierno, sino en las de Dios”. El de la lluvia, claro. 
Nadal le propuso: Tú consigue que llueva y te levanto una capilla de la hostia. 
El indio Mariano comenzó a bailar la danza de la lluvia con un par y fe, dignos de mejor causa; le hizo cosquillas en las pelotillas al dios de la lluvia que empezó a llorar de risa, no sobre México, sino sobre los secarrales de España, consiguiendo que el precio de la luz bajara un 11%, y que la cosecha de hortalizas se fuera a tomar por saco, subiendo un 8%, por eso de que “nunca llueve a gusto de todos”. Aunque no se sabe si el dios de la lluvia lloró o meó. Ya saben eso de “mexan por nós, e hai que decir que chove”.
 

El indio Mariano

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