¡Tú cara me suena!... Pero, porque ya te la he visto antes

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El hallazgo arroja luz sobre una serie de enfermedades de desarrollo neurológico como, por ejemplo, el autismo | ep

Los científicos consideran la capacidad de reconocer de manera innata caras de las personas y otros primates, algo que el cerebro humano sabe hacer inmediatamente desde el nacimiento.

Sin embargo, los hallazgos de un nuevo estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, publicado en la revista “Nature Neuroscience’” ponen en duda esta visión de muchos años.

Trabajando con macacos temporalmente privados de ver caras mientras crecieron, un equipo de la Escuela de Medicina de Harvard dirigido por los neurobiólogos Margaret Livingstone, Michael Arcaro y Peter Schade, encontró que las regiones del cerebro que son clave para el reconocimiento facial sólo se forman a través de la experiencia y están ausentes en primates que no se topan con rostros mientras crecen.

El hallazgo, según los investigadores, arroja luz sobre una serie de enfermedades de desarrollo neurológico, incluyendo aquéllas en las que las personas no pueden distinguir entre caras diferentes o el autismo, marcadas por la aversión a mirar caras.

Sin embargo, lo más importante del estudio es que subraya el papel formativo crítico de las primeras experiencias sobre el desarrollo sensorial y cognitivo normal, dicen los científicos.

Livingstone, profesor de Neurobiología de la Facultad de Medicina de Harvard, explica que los macacos (con una estrecha relación evolutiva con los seres humanos y que son un sistema modelo para estudiar el desarrollo del cerebro humano) forman grupos de neuronas responsables de reconocer las caras en un área del cerebro llamada el surco temporal superior a los 200 días de edad. La ubicación relativa de estas regiones cerebrales es similar entre las especies de primates.

Ese conocimiento, combinado con el hecho de que los bebés parecen rastrear las caras temprano en el desarrollo, llevó a la creencia de larga duración de que el reconocimiento facial debe ser innato, dice. Sin embargo, tanto humanos como primates también desarrollan áreas en el cerebro que responden a estímulos visuales que no han encontrado durante tanto tiempo durante la evolución, incluyendo edificios y textos. Esta última observación pone una importante traba en la teoría de que el reconocimiento facial es innato.

Para comprender mejor la base del reconocimiento facial, Livingstone trabajó con dos grupos de macacos. El primero, el grupo de control, tenía una educación típica, pasando el tiempo en la infancia temprana con otros macacos, así como con los criadores. El otro grupo creció con humanos que los alimentaban, jugaban con ellos, mientras llevaban máscaras de soldadura. l

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