Que el turismo se ha convertido desde hace décadas en uno de los principales motores económicos de España es una realidad que no se le escapa a nadie. Sin embargo, las consecuencias de apostar por un modelo eminentemente estacional y en ocasiones lesivo para la población natural se hacen cada día más evidentes, especialmente en las grandes urbes y en el litoral más caluroso del país.
Este daño a largo plazo provocado por un turismo masificado y en ocasiones descerebrado que explota los tópicos más comunes de la península ha llevado a muchos territorios a buscar modelos no solo más sostenibles, sino también con una proyección más cultural. Ferrol en la actualidad se encuentra en esta misma disyuntiva, consciente en su mayoría de que se trata de un sector que se debe explotar para dejar de depender únicamente de la industria, pero temeroso a su vez de acabar perdiendo su identidad y posibilidades por apostar por algo de forma irresponsable.
Esta idea de la necesidad de encontrar un modelo turístico adecuado para la ciudad naval, curiosamente, es uno de los pocos puntos compartidos por los diferentes grupos políticos de corporación. Si bien cada cual aportó en su momento su propia propuesta, todas ellas coincidían en poner en valor el patrimonio ferrolano, lo que a todas luces apunta a un tipo de promoción cultural que, aunque no se encuentra del todo desarrollada en la actualidad –muchas comunidades de España comienzan a plantearlo aunque está poco extendido–, gana adeptos por todo el mundo constantemente: el turismo industrial.
Cómo se hacen las cosas
Muchos son los elementos con gran potencial de explotación turística en Ferrol, como la gastronomía, la arquitectura o los entornos naturales; pero si en algo se caracteriza la ciudad naval, como su propio nombre indica, es en una industria que desde su misma creación ha formado parte de la idiosincrasia ferrolana.
Antonio Marcote, promotor de la Ruta de la Construcción Naval, afirma con orgullo que “este producto de turismo industrial es el mejor que hay en España con mucha diferencia, el más grande; por número de elementos, por los museos que incorporamos y hasta la posibilidad de viajes en barca, que todo esto lo promocionamos en conjunto”. La oferta, que este año incorpora como novedad visitas al cuartel de Dolores, cuenta con la colaboración tanto de la Armada como de Navantia, lo que la aleja de otras muchas otras en las que se muestran o bien reductos de una industria que fue grande antaño o que directamente ha desaparecido.
Sin embargo, esta apuesta, esta puesta en valor, no se encuentra todo lo explotada que debería. “Lo ideal sería que no fuese una oferta estacional, que funcionase todo el año”, apunta Marcote, que ve una falta de apoyo institucional ante esta propuesta a todos los niveles. Como dato curioso, en la página web de turismo industrial de la provincia de A Coruña –www.turismo.dacoruna.gal/industrial– ni tan siquiera se hace mención a la oferta ferrolana, ligándola únicamente con el segmento de naturaleza y energía, mucho más prominente en el área de Ortegal.
Gran popularidad
Aún en estas condiciones, la Ruta de la Construcción Naval goza de gran popularidad entre los turistas de Ferrol. Tal y como se apunta desde su organización, salvo algún caso en el que alguien “se cae” por cualquier motivo, la mayoría de las excursiones suelen llenarse por completo.
El programa para este verano dio comienzo el pasado día 20 y seguirá en marcha hasta el próximo 15 de septiembre, con visitas guiadas al Arsenal Militar –sábados y domingos a las 11.00 horas–, al astillero de Navantia –domingos a las 12.30 horas– o al Museo Naval –festivos y jueves a las 10.30 horas–. A estas, además, habría que sumarse las del palacio de Capitanía, al Ferrol modernista, al cuartel de Dolores o al castillo de San Felipe, aunque estos casos están ya más alejados del concepto de turismo industial.
En cuanto a la proyección internacional de la iniciativa, desde la organización admiten que no es un nicho muy explotado. El público objetivo, por el momento, sigue siendo principalmente autonómico y poco a poco va creciendo a nivel nacional. Una posibilidad sin explotar, por ejemplo, sería la colaboración con la Autoridad Portuaria y las navieras para lograr atraer una parte del público crucerista hacia estos museos. Sin embargo, sin apoyo ni aportación económica, seguirá siendo algo poco viable.