El Gobierno formalizó ayer la candidatura a la presidencia del Eurogrupo de la vicepresidenta para Asuntos Económicos, Nadia Calviño, con el objetivo de que pueda convertirse en la primera mujer al frente de esta institución, un puesto que tampoco ha ocupado nunca un español.
“Sería un honor para el Gobierno de España y para mí como presidente que Nadia Calviño asumiera la Presidencia del Eurogrupo, un órgano clave para la cooperación y reconstrucción de una Europa más fuerte y unida”, señaló el presidente, Pedro Sánchez, en Twitter.
Calviño se enfrentará por la presidencia del Eurogrupo con el ministro de Finanzas irlandés, Pascale Donohoe, y el luxemburgués, Pierre Gramegna, que ya se postuló en 2017.
En la carta de motivación enviada por Calviño al resto de ministros de Economía y Finanzas de la eurozona asegura que trabajará con todos los Estados miembros para lograr acuerdos equilibrados y generar una unidad “más necesaria que nunca” en la eurozona.
Al anunciar el nombre de los candidatos, el todavía presidente del Eurogrupo, Mário Centeno, dijo que se trata de un “excelente grupo de candidatos” que muestra la relevancia del Eurogrupo para garantizar la estabilidad y prosperidad en la eurozona.
Uno de los tres sucederá al exministro de Finanzas portugués a partir del 13 de julio para un mandato de dos años y medio, que estará marcado por las tareas de recuperación económica tras la profunda recesión generada por la pandemia de coronavirus.
La elección tendrá lugar en la reunión del Eurogrupo del 9 de julio en una votación secreta en la que, para imponerse, hace falta el apoyo de 10 de los 19 Estados miembros de la eurozona. Hasta entonces, el Gobierno español tendrá que intentar amarrar los apoyos necesarios si quiere que Calviño venza en una elección en la que, al margen del perfil profesional, pesan la familia política, el país de origen y el género, así como los equilibrios con otros altos cargos comunitarios.
Calviño tiene a su favor su amplia experiencia europea, y puede que también el hecho de ser mujer, dada la escasa presencia femenina en puestos de relevancia y la creciente demanda para paliar esta falta. Su principal escollo serán los llamados países “frugales” o “austeros” –Holanda, Austria, Dinamarca, Suecia– y en general los del Norte de Europa, ya que Calviño se ha situado en sus antípodas políticas en la reciente negociación sobre el plan europeo de recuperación tras la pandemia.
La española encarna la posición de los países que, como Italia, Francia o Portugal, entre otros, abogan por la emisión de deuda común, un fuerte componente en subvenciones y unas condiciones mínimas para acceder a las ayudas europeas, frente a las demandas de los “frugales” de limitar la asistencia a créditos estrechamente vinculados a reformas.
Frente a la posición de Calviño, Donohoe y Gramegna –que gozan de buena reputación y fama de moderados– se han presentado como “constructores de puentes” entre los socios.