“Puede tener una explicación en un acto sexual con maniobras intempestiva, sin lubricación y repetidas con cierta violencia para que se produzca eso que ha quedado fijado en el tiempo y por el fenómeno de la conservación, de la temperatura del agua y la saponificación. En términos coloquiales, detuvo esa cuestión”. Con estas palabras se refirió José Blanco Pampín, jefe del servicio de Patología Forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) a un “edema importante” que localizó en los labios mayores de la zona genital -vulva- de Diana Quer. Lo hizo ayer en la octava sesión del juicio que se sigue contra el rianxeiro José Enrique Abuín Gey, alias “O Chiclé” en la sección compostelana de la Audiencia Provincial de A Coruña.
Blanco Pampín, que dirige un equipo integrado también por Olaya Martínez, David Costa, Xosé Luis Otero y Ángeles Romero, precisó que ese hinchazón es compatible con que hubiera una agresión sexual, pudiendo ser considerado como una evidencia de ello. Este forense, que no pudo llevar a cabo una nueva autopsia ya que los restos mortales de la muchacha fueron incinerados, pese a que había una prohibición expresa del juez instructor para que se obrase de ese modo, dio a conocer que lo detectó en una fotografía realizada por la Guardia Civil en la sala de autopsias y que él analizó posteriormente junto con otra documentación, sobre todo fotografías, en la revisión que llevó a cabo de la autopsia que se le practicó al cuerpo de la joven madrileña a petición de la acusación particular.
Sin embargo, pese a la transcendencia que el hallazgo puede tener a la hora de probar o no que el acusado violó a su víctima, Blanco Pampín no lo incluyó en su informe de supervisión que entregó. El presidente del tribunal, Ángel Pantín, se mostró muy extrañado por esa omisión y le preguntó por este aspecto, a lo que Blanco Pampín le contestó que su intención no era la de “ocultar nada” y que si no lo puso fue debido a que la pregunta que le formularon era otra distinta, concretamente, en relación a las lesiones externas o de continuidad”, por lo que él entendió que eran “fisuras o marcas”, que no encontró en el cadáver, pues detalló que para hallarlas tendrían que ser traumatismos severos. El magistrado le afeó que no hubiera advertido antes de ello, pues se trata de algo que para la acusación resulta determinante para demostrar que el acusado violó a Diana Quer, y que de ello puede depender que sea condenado a la prisión permanente revisable.
El jefe de servicio de Patología Forense del Imelga explicó que ese edema, que enseñó al jurado en las imágenes de su informe, pero que no describió, es un “fenómeno vascular” que no tiene nada que ver con el proceso de saponificación del cuerpo, que lo “detuvo en el tiempo”. A preguntas que le hizo la abogada de Enrique Abuín “O Chiclé”, descartó que ese edema pueda tener relación con la acumulación de gases en la zona, dado que una imagen de TAC del área “demuestra que no la hay”. Este fue uno de los puntos de conflicto entre el equipo de Blanco Pampín, que defiende que si hubo violación, y el que dirige el jefe de la unidad de Antropología Forense, Fernando Serrulla, que también integran Alberto Fernández Liste e Inés Monteagudo, que sostienen que no se ha podido acreditar la agresión sexual.
Estos últimos, que llevaron a cabo la autopsia -también estuvieron presentes en el levantamiento del cadáver-, indicaron que si hubiera grandes desgarros los habrían visto, y añadieron que tampoco hallaron ADN, algo que después de 496 días con el cuerpo sumergido en un pozo hubiera sido “un milagro”, dijo Serrulla. Y descartaron que se observase un edema en la zona genital de la víctima. “Si no, todo el cuerpo estaría edematizado”, subrayó. Y agregó que todo el cuerpo de la malograda joven madrileña se encontraba “embebido en agua”, lo que provoca el hinchazón, más acusado en el caso de la vulva por las características de su tejido. Abundando en la cuestión, los forenses que practicaron la primera autopsia aseguraron que es un proceso que surgió cuando el cadáver ya estaba metido en el agua, es decir, es un “fenómeno post mortem”. Por el contrario, el equipo al frente del que se encuentra Blanco Pampín insistió en que ese edema “es idéntico al de víctimas vivas”, por lo que estima que se produjo en vida.
Estas posturas contrapuestas provocan que la que estaba llamada a ser la jornada clave para aclarar y probar si hubo o no agresión sexual del rianxeiro procesado a la joven madrileña no ha resultado clara, ni concluyente.