“El buen socorrista no es aquel que está siempre en el agua haciendo muchos rescates, sino el que apenas tiene que meterse”, señala Alberto García París, profesional del Servicio de Socorrismo de Ferrol desplegado en el puesto de Esmelle. “Este trabajo se basa en la prevención; en estar atento y anticiparse a lo que pueda pasar”, apunta.
La llegada de una nueva ola de calor, sumada a la jornada festiva del miércoles, multiplicó dramáticamente el número de vecinos y visitantes en las playas de la comarca. A pesar de que en siete de las nueve playas de Ferrol se gozó de una flamante bandera verde –únicamente Penencia y Santa Comba permanecieron en amarillo–, los peligros para los bañistas no se redujeron un ápice. Tres días atrás, durante la tarde del martes, un padre y un hijo de Madrid, poco conocedores de las traicioneras corrientes de la playa de Doniños, fueron arrastrados mar adentro. Afortunadamente el incidente se saldó sin problemas, con dos socorristas ayudando a los turistas a volver al arenal sanos y salvos. Sin embargo este es sólo un ejemplo de los múltiples riesgos a los que se enfrentan los visitantes y una de las muchas labores que los profesionales del servicio de rescate deben realizar cada día.
“La experiencia, a nivel de rescates, hace la labor más sencilla. Sabes anticiparte y nosotros somos muy pesados con el tema de la prevención. Cuanto menos tengas que estar en el agua, mejor trabajo estás haciendo. El problema viene con la proliferación de los deportes de agua y la afluencia masiva de la gente de fuera”, señala Alberto. “Las personas cuando llegan aquí no conocen estas playas y en ocasiones ni preguntan, ni se fijan en las indicaciones, así que se meten a lo loco. Por algún motivo no lo comprenden y se bañan con bandera roja. Aparte de esto tenemos carteles y toda clase de señales, pero si la gente no quiere entenderlo, no lo comprende”, explica.
A pesar de que el imaginario popular dibuja a los profesionales de salvamento como aquellos que se dedican a socorrer a los ahogados, lo cierto es que una buena parte del trabajo diario, más del 50% según García París, se realiza en los arenales. “En tierra tenemos muchas asistencias”, señala, “bien por picaduras de escarapotes, cortes, caídas, etcétera. Obviamente en función de los puestos la carga de trabajo puede ser mayor o menor. No es lo mismo trabajar en Doniños que hacerlo en Santa Comba. Pero lo más importante, en lo que más insistimos, es en la prevención”.
En comparación con años anteriores, el presente está resultando notablemente más calmado, lo cual no quiere decir que se esté fuera de peligro. Como siempre, los socorristas inciden en que el conocimiento salva vidas, especialmente por parte de los menos experimentados. Las jornadas como la del miércoles pueden ser todo un caos para los profesionales, especialmente con aglomeraciones como las vividas en Doniños, por lo que al final del día el sentido común siempre será el mejor salvavidas. l