José Criado: “En el momento en el que Isidro Silveira lo deje, yo me voy a casa”

José Criado: “En el momento en el que  Isidro Silveira lo deje, yo me voy a casa”
entrevista de Vicente Araguas al dueño de El Cisne

José Criado Labajo, propietario de El Cisne, lencería de calidad desde 1936, en Galiano, una de las calles con más personalidad de Ferrol, entrada natural a la ciudad cuando no se habían inventado aún todas las maneras hoy conocidas de marear la perdiz circulatoria. Pepe Criado, viejo amigo en el Instituto Concepción Arenal, el único entonces, después en Santiago, hoy en saraos de viejos roqueros, en el Rivera, también en Galiano, como Diario de Ferrol, ¡vaya por Dios! El gran Criado, parcial de unir a la gente, discreto a la hora del comentario personal, se nos jubila después de más de cuarenta años al frente de su negocio.
Me retiro, sí, pero el comercio continúa, faltaría más. Con Mila, mi mujer, al frente, y yo mismo mirando por él desde una cierta distancia. O sea que tenemos “Cisne” para rato. Naturalmente. Bueno, yo nací en Galiano, 30, en 1949, aunque luego pasé a Real, que es la casa que tú conociste cuando éramos cativos. Yo por entonces iba a Cristo Rey, colegio que recuerdo con cariño, en especial a las madres María y Refugio. De allí pasé al instituto, tras el preceptivo examen de ingreso, que a mí me valió un año de repetición, y todo por un ma-lentendido, por considerar Don Manuel Pérez de Arévalo, quien estaba en el tribunal, que había copiado en la cuenta de dividir. Aclaro que siento el máximo respeto hacia Arévalo, uno de mis mejores profesores.

También de los míos, como he expresado mil veces. Gajes del oficio, supongo. Que me permitieron compartir aulas con Pepe (yo soy un año más joven) hasta cuarto de bachillerato. Con Pepe tengo, por cierto, una foto muy curiosa en Gandarío, en un campamento de la OJE. Única instantánea en la que aparezco en aquel lugar “doctrinario”, se supone, pero con muy poca habilidad porque de allí salió mucho de-safecto. Pero, bueno, éramos tan jóvenes que qué más daba sino las ganas de vivir.
Quiero decir que, como sabes, quedé huérfano de padre, José, muy pronto. A cargo de mi madre, Purita, un personaje excepcional. Esa circunstancia me condicionó mucho. Éramos una familia muy estructurada y seguimos siéndolo después, pero con este hándicap. Fui un niño travieso, digamos, no, caco, no, que esa ya es otra categoría.

Que como sabemos muy bien los de aquí nada tienen que ver con ladrón sino con lo que hoy se conoce por malote, o sea, chico malo “ma non troppo”.
Ni siquiera. Eso sí, me encantaba estar en la calle, con la pandilla de Armas, que era la mía, peleando con los del Cantón, Amboage y demás. Esas cosas entre tribales y urbanas. Frecuentaba también el tugurio, vaya, los juegos recreativos de Galiano. Y me defendía muy bien al billar. Claro que allí el rey era Caruso. Otro buen billarista: Billy el Niño. Y los mejores al futbolín: Richi Abeledo y José María de la Huerta. En la calle nos gustaba gastar coñas, como la de la billetera sujeta con una tanza. El pardillo que le iba a echar mano quedaba enseguida burlado por la movilidad de la cartera de marras. ¿Juegos? Los de la época: “arriba facu”, “porras, picos y tainas”, bolas, billarda. Y, por mi parte, mucho deporte. Lo practiqué activamente: en el OAR, Arqueros, Bertón. Incluso Guillermo Díaz del Río Sánchez-Ocaña, de los introductores del hockey sobre patines en Ferrol, quiso que probase a practicarlo. Un fracaso. ¿Ciclismo? No, gracias. Ciclista, y muy bueno, era Manolo Punín, sí señor.

Pero yo sé que el fútbol fue, y es, el deporte más querido por Pepe. Que practicó durante una década en el Bertón. Equipo modélico, y sociedad combativa durante la dictadura. En ella recuerdo conciertos muy llamativos: Falsterbo 3, Gabriel Salinas y, por la parte que me toca, Voces Ceibes. Con Pepe Criado  jugué pachanguitas en el patio del Insti. Y me parece que era un jugador muy fino, con un “dribling” o “caneo” muy conseguido.
Pero estábamos en el Instituto de donde pasé, ya en Preu, a la Jorge Juan de Narón, que fue donde más me apliqué. Mis profes allí fueron Pancholo Grueiro, Anxo Teixeiro, Pepe Leira… No, Paco Rodríguez no me dio clase pero sí que participé en su montaje de Escuadra hacia la muerte, de Alfonso Sastre, en el Mercantil de Xuvia. ¿Compañeros en la Jorge? Nonito Lodeiro, Manolo Moreno, Alfonso Lage, Armando Guerreiro. Luego pasé a Santiago, donde compartí pensión contigo, la Iglesias, en medio de algún incidente troyano, pongamos, con una armería por medio y un amigo común cantando lo que nadie le había pedido que cantase. Entonces, estudiando Económicas, es cuando vuelvo a Ferrol. A hacerme cargo, a petición de mi madre, del negocio familiar. También porque estaba enamorado. De Mila, naturalmente. Sigo estándolo.

Pepe era un estudiante universitario bastante atípico. Usuario de coche, un R-8. Con el que compartí algún viaje por la vieja carretera que nos llevaba a Santiago por Mesón do Vento. Bueno, no sé qué perdió la Economía con su marcha de la facultad, pero El Cisne siguió prosperando sin que de momento se le perciba síntoma ninguno de “canto del ídem”, sino una vitalidad a prueba de crisis. Y es que las señoras ferrolanas siguen sabiendo vestir muy bien sus interiores. También los exteriores, por supuesto.
En paralelo con el negocio, y en este caso de modo totalmente desinteresado, he entregado mi vida al fútbol. Al fútbol base, sobre todo, desde la presidencia de la AFAFE, que agrupa lo que siempre se ha llamado “modestos”. Sin vanidad ninguna te puedo decir que en la construcción de todos los campos de Ferrol de fútbol aficionado, del Túnel, de Serantes, de A Gándara, he tenido mucho que ver. Aparte, por supuesto, mi entrega al Racing. Ya como vicepresidente de Ramón Sánchez-Dopico en la temporada 1974-75. Aquella eliminatoria de Copa con el Real Madrid. Delegados de cada equipo: Luis de Carlos y yo mismo. Y  ahora al pie del cañón todavía, después de veinticinco años. ¿Irme? Con Isidro Silveira. En el momento en que él lo deje yo me voy a casa. Definitivamente.

Comprendo la parcialidad de Pepe Criado para con Isidro, ese hombre que al timón del Racing nos ha dado tantas alegrías. Y alguna más que vendrá. Por mi parte detengo aquí, de momento, esta conversa incesante con Pepe Criado, mi amigo y –prácticamente– paisano, pues sus raíces vienen de la Cruz do Pouso, de Neda. Y ambos tenemos, no hay prisa, morada final en el camposanto de Santa María de Neda. De momento apuramos el sabroso café de Remi, en el Nueva York, de Real, con vuelta a Lugo. Un clásico. Como José Criado Labajo.

José Criado: “En el momento en el que Isidro Silveira lo deje, yo me voy a casa”

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