La propagación del coronavirus retrocedió a niveles de hace más de cuatro semanas y, aunque ya deja más de 200.000 contagios, los nuevos no llegan a 3.000, menos de los esperados tras el aumento de las pruebas diagnósticas, y las muertes cayeron a 399, que elevan el total a casi 21.000.
“Con todo lo que estamos pasando, con todas las informaciones y todo lo que hay para estar tristes, creo que estas cifras que estamos viendo estos últimos días, y sobre todo hoy, lo que deben hacernos es ponernos felices y contentos, lo estamos consiguiendo, no lo tiremos ahora por tierra”, ha rogado el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón.
Y es que la cifra de nuevos fallecidos con coronavirus ha caído por tercer día consecutivo hasta los 399, la más baja desde el pasado 22 de marzo. Son ya 20.852 las víctimas mortales pero, ha indicado el epidemiólogo, “son marcas que nos van dando esperanza, pese a lo triste que es siempre hablar de personas fallecidas”.
Los datos de nuevos contagios publicados ayer por el Ministerio de Sanidad, que el viernes comenzó un proceso de reajuste de la serie histórica al haber impuesto a las comunidades un modelo único de notificación para una gestión más eficaz de la información sobre el impacto del coronavirus, arrojan una diferencia de 4.266 positivos más que este domingo.
Sin embargo, 1.385 son casos que iniciaron síntomas más de catorce días antes de la realización de la prueba diagnóstica y que no corresponden con nuevos contagios.
Así, dado que esos casos sospechosos antiguos no deben mezclarse con los nuevos, la diferencia calculada por Sanidad es de 2.881, un 1,5% más que la víspera. No se había logrado un número inferior a los 3.000 contagios diarios desde el 20 de marzo, mientras que, en términos porcentuales, es el incremento más bajo contabilizado hasta la fecha.
Con todo ello, los positivos registrados hasta ayer son 200.210, de los cuales 31.053 son de profesionales sanitarios, el 15,5%. No obstante, como cada lunes, Simón recordó que suele producirse un efecto bajada por el retraso de las notificaciones del fin de semana.
Con esa evolución, toda la atención está centrada ahora en los planes de desconfinamiento, que se comenzarán a poner en marcha a partir del 11 de mayo, tras la nueva prórroga, si bien se relajará a partir de la próxima semana con medidas como la salida de los niños a la calle.
Los planes de desescalada tienen dos vertientes, la programación del fin del aislamiento y la vuelta a una cierta normalidad –que todo el mundo ya asume que exigirá por un tiempo indeterminado controles, distancia social y medidas de protección– y la preparación del sistema de atención sanitaria para hacer frente a posibles rebrotes del virus.
Esos planes contemplan una aplicación de forma heterogénea en los distintos territorios y casi todas las miradas se dirigen a Canarias, donde el índice de incidencia del coronavirus es del 0,095 por ciento, con 6 fallecidos por cada 100.000 habitantes.
Murcia, Andalucía, Galicia y Baleares son las siguientes comunidades con el grado más bajo de repercusión de la epidemia.
El otro vector del desconfinamiento es el sistema sanitario, que debe estar preparado para hacer frente de forma eficaz y rápida a cualquier rebrote de la epidemiaal tiempo que debe comenzar a atender todas aquellas patologías que han ido quedando en un segundo plano.