Se fue de Ferrol para estudiar Veterinaria en Madrid y de ahí pasó a África, donde vive desde hace unos 15 años. Ahora Rebeca Atencia regresa a la ciudad que la vio nacer para recoger hoy mismo el galardón 8 de Marzo del Concello de Ferrol, en una gala que tendrá lugar a las ocho de esta tarde en el Teatro Jofre. “Me parece muy bonito que te reconozcan en tu ciudad natal cuando estás lejos”, asegura la ferrolana.
Desde hace una década dirige el Instituto Jane Goodall en Congo y, además de su trabajo reintroduciendo a chimpancés en la selva, Atencia hizo un trabajo muy importante a la hora de reivindicar a la mujer. “He hecho un poco una revolución de mujeres en el campo donde trabajamos. Para mí no fue difícil hacerme un hueco porque venía de fuera, así que me costó menos que me reconociesen como profesional porque llegué ya como jefa de 130 trabajadores. Algunos eran guardas forestales, otros criadores, educadores... Entonces yo lo que quería era crear una jerarquía y fui la primera en dar responsabilidad a mujeres sobre hombres, algo que no aceptaban. Ellas lo pasaron muy mal, fueron criticadas e insultadas y yo ponía cartas de advertencia a los hombres”, destaca la ferrolana.
Además, puso a mujeres al volante de 4x4 en una época en la que no conducían este tipo de coches, creando un gran impacto en la sociedad y haciendo que la policía las parase para cuestionar la autenticidad de sus carnés de conducir. “Alguna chica se llegó a rapar el pelo y se ponía ropa de militar para que no la parasen”, explica la veterinaria.
Eligió Congo porque era el único sitio donde podía cumplir su sueño, el de reintroducir chimpancés en la selva, “y allí, cuando estaba un día en mitad de la selva, vino Jane (Goodall) de visita, me conoció y debió ver algo en mí y me ofreció trabajar para ella... y hasta ahora”, comenta esta natural de Serantes que imaginaba estar en la selva mientras jugaba con sus hermanos en los montes de la zona.
La propia Goodall reconoció que Rebeca Atencia le recordó a sí misma cuando tenía su edad, “ella estaba persiguiendo su sueño”, y es por esto que también la nominó como una de las 20 mujeres del mundo que será una pionera para la próxima generación, a petición de la revista estadounidense “Newsweek”; “me dejó impresionada, pero me pareció algo muy bonito porque lo hizo con sinceridad”.
Tal y como indica la ferrolana, un día en el instituto congoleño “sabes cómo empieza pero no cómo acaba”, porque se dedican a rescatar grandes simios y otras especies que confisquen las autoridades como mandriles, serpientes o cocodrilos, además de dirigir un programa educativo a nivel nacional. La principal amenaza para los chimpancés, apunta, sigue siendo la misma que cuando llegó, el ser humano, aunque antes “había mucho mascotismo e hicimos campañas muy fuertes para sensibilizar sobre que eso estaba prohibido y realmente bajó mucho la venta de animales en las calles”. La deforestación y el furtivismo continúan suponiendo un peligro para la supervivencia de estos animales.
En deuda con Kutú
Después de quince años, los recuerdos se acumulan en el cerebro como si de libros en una biblioteca se tratasen y al pedirle a Atencia que cuente alguno de los casos que le hayan marcado, le es difícil escoger, aunque siempre habrá uno que marcó su destino.
Kutú era el chimpancé dominante del grupo y, en una ocasión tras pelearse con el resto, se llenó de heridas que a Rebeca Atencia le resultaba muy difícil curar debido a la proximidad del resto; “son muy fuertes, pesan como 80 kilos y te pueden matar en 5 minutos”, asegura.
Así, tras idear un sistema de comunicación con el simio que le hacía entender la necesidad de curarle en un apartado, creó un vínculo especial con el animal que hizo que este, una vez ella fue atacada por otro chimpancé en una zona alejada –le mordió en la cabeza e hizo la llamada de caza al resto del grupo–, le salvase la vida redirigiendo al grupo hacia su atacante e indicándole con la mirada que huyese.
“Mientras escapaba fui pensando todo el tiempo: ‘al primer hijo que tenga le llamo Kutú’. Y así fue, tengo dos mellizos que nacieron con 30 minutos de diferencia el primero de ellos se llama así, aunque me costó convencer al juez”, asegura riéndose. Su otro hijo se llama Carel por un súper héroe que crearon ella y su marido, Fernando Trumo, para concienciar a los niños congoleños sobre la importancia de cuidar la naturaleza y los animales.
Compartir lo vivido
El pasado mes de septiembre escolarizó a sus hijos en Madrid y su idea es pasar medio año en Europa y los otros seis meses en África, aunque le encantaría volver a Galicia, pero por ahora siente la necesidad de divulgar su experiencia
“He aprendido un montón de cosas como veterinaria pero más que nada como persona. A ser valiente y a arriesgar y creo que debo contarlo. Me hubiese encantado que alguien me dijese en la Universidad 'haz lo que quieras, no pasa nada por confundirte', porque el arriesgar es ser libre, las cadenas nos las ponemos nosotros mismos y podemos vivir muchas vidas en una", asegura.