El tiempo corre y las tres cofradías de la ría se internan cada día que pasa más en un pozo sin fondo. A la calamitosa situación que está sufriendo la actividad extractiva –ayer mismo apenas salieron a faenar 40 mariscadores a flote entre socios de Ferrol y Barallobre– se suma no solo la proliferación de un parásito que ha incrementado la mortalidad de almeja, sino también las escasas esperanzas de beneficiarse de un cese de actividad o un paro biológico que evitase la expulsión del sector de decenas de profesionales a través de una ayuda mientras los bancos de la ría no se recuperen para poder trabajarlos en condiciones dignas.
La estadística no engaña y las ventas en lonja de almeja babosa en los nueve primeros meses del año vuelven a reflejar un descenso sobre el ejercicio anterior, ya crítico. Si los tres pósitos habían despachado casi 84.500 kilos en 2018, en 2019 apenas se superaron las 23,5 toneladas y, en lo que va de ejercicio son menos de 16.800 kilos, es decir, apenas el 20% de la cantidad comercializada dos años antes.
“Futuro complicado”
“Nos acercamos a una situación muy complicada”, señalaba ayer el patrón de mayor de Mugardos, Jesús Pérez, que recordó las dificultades económicas que la escasez de almeja babosa está ocasionando a los propios pósitos. “Estamos al límite", apunta su homóloga de Ferrol, Isabel Maroño, que cifra en menos de 40 el número de mariscadores de la agrupación que preside que salen a faenar. Los buenos precios del verano aliviaron en parte la situación, hasta ahora. "Vemos el panorama muy negro", subrayó Maroño.
Los pósitos están cerrando un encuentro con los responsables de la Federación Galega de Confrarías para abordar pormenorizadamente la situación y tratar de buscar una solución, que no puede ser, advierte el patrón mayor de Barallobre, Jorge López, “só para unha parte dos socios; nesa alternativa temos que entrar todos, porque a todos nos afecta o que está pasando”. López cree que, si se descarta el cese de actividad y el paro biológico, una opción es el desarrollo de un plan de regeneración que implique a los socios de las cofradías, algo parecido a lo que en su momento –2006– se puso en marcha cuando se declararon las zonas C en la ría hasta que en 2011 se finiquitó con las bateas de reinstalación. l