Carla Bruni visitará España este mes para ofrecer dos conciertos y dejar aquí algo de ese “toque francés” que en 2003 le permitió reinventarse como autora del éxito mundial “Quelqu’un m’a dit” por encima de su pasado como modelo y el convertirse en primera dama de Francia.
“Era Carla Bruni incluso cuando vivía en el Palacio del Elíseo. Aquella fue una gran experiencia, pero también una etapa compleja y estoy feliz de que acabara”, reconoce la artista en una charla telefónica con Efe.
Su matrimonio con Nicolas Sarkozy, presidente galo entre 2007 y 2012, coincidió de pleno con gran parte de su consolidación como intérprete y compositora, algo que en su opinión no tuvo incidencia real en sus creaciones.
“Yo nunca tuve poder alguno. Esa fue una idea tonta de los medios. Lo único que podía hacer cuando estaba casada con el presidente era ayudar a otras personas; eso sí que era estupendo”, asegura Bruni (Turín, 1967).
Cinco son los álbumes que jalonan actualmente su discografía, desde el citado “Quelqu’un m’a dit” (2003) hasta el más reciente “French touch” (2017), en el que versiona en clave acústica y con su peculiar estilo temas míticos en inglés.
Hacer un disco en ese idioma fue idea de su productor, David Foster, multipremiado merced a sus trabajos previos con artistas como Barbra Streisand, Whitney Houston, Michael Jackson o Mariah Carey.
Foster fue a verla en 2013 a uno de sus conciertos en Los Ángeles y le propuso trabajar juntos, pero a Bruni le costaba mucho componer en el idioma de Shakespeare y, por ello, decidió grabar un disco de versiones con canciones como “The winner takes it all” de ABBA o “Highway to hell” de AC/DC.
“Tenía 24 demos que quedaron reducidas a 11 cortes. No sabría decir por qué estos y no otros, pero todos están atados a mi memoria”, argumenta Bruni, que lanzó como primer sencillo su reinterpretación del tema de Depeche Mode “Enjoy the Silence”, una de sus canciones favoritas “en el mundo entero”.
Puede que canciones como estas o como “Miss you”, de The Rolling Stones, no concuerden con la idea de “canción francesa” que el público tiene de ella, pero se hallan muy en la raíz de lo que ha hecho siempre, declara.
“En realidad son canciones que cantaba antes de componer mi propia música, así que de alguna manera me inspiraron”, señala la artista, quien, como medio italiana, no descarta lanzar “algún día” un álbum de canciones en su otra lengua madre.
Su “French touch” llega cuatro años después de “Little french songs” (2013), último álbum de estudio con composiciones propias hasta la fecha, algo a lo que resta importancia. “Cuatro años para mí no es mucho tiempo, a mi edad ese es un plazo que pasa muy deprisa”, dice entre risas, negando cualquier crisis de inspiración.
El 10 de enero lo llevará al Teatro Nuevo Apolo de Madrid y el 12 al Palau de la Música de Barcelona, transcurridos tres años de su última y “fantástica” actuación en esta ciudad, con una pequeña banda conformada por guitarra, piano, percusión y una bajista mujer, subraya quien en una polémica entrevista con Vogue en 2012 afirmó que “el feminismo es innecesario”.
“Por supuesto que soy feminista. Mi generación tuvo muchas oportunidades porque las mujeres que vinieron delante nuestro lucharon por cosas como el control de natalidad o el aborto legal... En los años 60 y 70, que es cuando yo nací, se hizo mucho en este sentido y creo que ahora todo eso está volviendo de nuevo, lo cual me parece genial”, matiza.
Pero quien ejerciera como modelo de talla internacional entre 1987 y 1997 tiene una visión muy pragmática de estos asuntos, una perspectiva que se extiende a las recientes declaraciones de Adriana Lima, en las que rechazó posar desnuda si no era bajo una causa justificada para no alimentar más los condicionantes físicos y sociales sobre las mujeres.
“Si no te gusta el mundo de la moda, hay muchas otras profesiones que se pueden desempeñar. Y si te gusta, lo que no puedes pretender es que sea una especie de escuela filosófica”, opina.