Dr. Javier Cuadrado Aranda “En España existe menos desarrollo de la industria con una base tecnológica”

Dr. Javier Cuadrado Aranda “En España existe menos desarrollo de la industria  con una base tecnológica”
El Doctor Cuadrado posa con el prototipo, un exoesqueleto para pacientes con lesión medular | jorge meis

Una de las grandes quejas de la comunidad científica española desde hace décadas es la falta de interés estatal hacia el desarrollo de nuevas tecnologías en comparación con otras muchas potencias extranjeras. La gran desconexión entre el mundo militar y el científico, que en otras naciones ha dado ingenios tan cruciales como la geolocalización o Internet, lastra en buena medida la inversión en I+D+i en nuestro país. Esta falta de apertura resulta especialmente irónica en un sitio como Ferrol, cuya economía depende en parte de los devenires castrenses. Sin embargo los tiempos cambian y cada vez más miradas se giran hasta el mundo académico en busca de nuevas innovaciones.
En el campus de Ingeniería Industrial de la ciudad naval, Javier Cuadrado y su equipo están desarrollando, junto a la Universidad de Extremadura y la Politécnica de Catalunya, un exoesqueleto de bajo coste que podría ayudar a caminar mejor a los pacientes con lesión medular. Toda una evolución de las órtesis rígidas clásicas que, con la ayuda de un servomotor, podría suponer una mejoría en la calidad de vida de cientos de pacientes.

¿Podría explicar cómo funciona este nuevo invento? 
La idea es conseguir caminar. Sobre ese dispositivo clásico que sujeta la rodilla y el pie quietos, nosotros, por un lado, motorizamos la articulación y, por el otro, hemos colocado un sensorcillo en el tobillo. De esa forma, en lugar de tener que caminar con las piernas estiradas, el sensor calcula cuando vas a dar el paso y el motor te mete un ciclo de flexión-extensión, lo cual permite que realices mejor la marcha. Tú no puedes hacer el movimiento, pero el dispositivo puede y, de esa forma, caminas en línea recta en lugar de tener que hacer un movimiento de zigzag. Lo interesante del trabajo, no obstante, ha sido no solo diseñar el sistema, sino todo el proceso; como por ejemplo la selección del paciente –para asegurarnos de que es una persona a la que le va a ir bien ese sistema, viendo que efectivamente tiene suficiente flexión de cadera, que es la condición esencial–.
 
¿Cómo podría repercutir un ingenio como este en la calidad de vida de los pacientes? 
Este sistema, al ser de bajo coste frente a los que existen de momento –hay muy poca oferta en el mercado– y ser muy sencillo, cambia muy poco frente al tradicional; es más una adaptación que se le hace al sistema clásico. De este modo la accesibilidad puede ser mucho mayor, tanto si lo quisiera proveer el propio sistema sanitario, como si la persona lo quisiera adquirir personalmente. Yo creo de todas formas que el reto en este tipo de pacientes es conseguir que caminen, en el sentido de que con el sistema clásico lo pueden hacer, pero no suelen utilizarlo porque al final resulta más sencillo utilizar una silla de ruedas. Esto es porque te sientas y ya está. Esto tienen que ponérselo, les cansa mucho este sistema –normalmente caminan un rato y ya están agotados–. El utilizar esto requiere una cierta preparación física. Es un tema importante porque, por ejemplo, el tren superior trabaja mucho. Un paciente que, a lo mejor, lleva un tiempo de forma sedentaria, bien porque ha tenido una operación, bien por el tiempo de rehabilitación en el hospital, si no está suficientemente en forma, coge este sistema, le cuesta ponérselo, le cansa un montón y al final ve que, en la práctica, le cuesta mucho menos usar la silla de ruedas. Y esto es mucho peor, porque caes en ese sedentarismo extremo y que trae complicaciones para la salud. Es muy bueno que una persona que tiene esta clase de lesión camine, aunque sea un poquito, todos los días. Creo que la gran aportación de un sistema así es que si les facilitas esa marcha, si es menos agotadora, consigue que esas personas que abandonaban el uso de órtesis clásicas acaben caminando un poco. No estamos hablando de un cambio radical, de una persona cuya vida va a cambiar al 100%, pero ayudaría a que la gente hiciera más ejercicio, lo que traería muchos beneficios. 

¿Es necesario desarrollar un software específico para cada paciente que lo use? 
No, no se trata de desarrollar un software especializado. Lo que sí lo es es el tipo de motor y reductora que necesita en la rodilla. Siempre se busca el mínimo peso, entonces siempre vas a lo mínimo que le puede servir. Una persona más pequeña va a necesitar un conjunto más pequeño que va a tener un peso menor y, con ello, se puede elegir uno específico para que al soportar su peso no se caiga y que al dar el paso tenga la velocidad suficiente y que el movimiento sea más adecuado. La elección de motor y reductora viene determinado por la persona, pero luego, además, el cuándo entra el ciclo depende de ella también, porque el estilo y marcha en estos pacientes cambia mucho. En las personas no lesionadas el sistema de marcha es muy parecido, pero como unos tienen más afectación que otros, van más o menos rápido, se giran más o se giran menos, los estilos de marcha son muy diferentes. Entonces tú lo que haces luego, aunque el programa que controla ese motor sea el mismo, las condiciones de cómo esa persona va a iniciar el ciclo y la velocidad o cómo de amplio es el ángulo de la pierna son ajustables. De hecho pueden configurarse desde el propio móvil, por medio de una aplicación que hemos desarrollado. Siendo el mismo software, tú luego lo adaptas a cada paciente. Entonces lo que es el hardware depende de la persona y el software se adaptan los parámetros al paciente concreto.

¿Cree que en España y Galicia se invierte lo suficiente en I+D+i? 
A nivel nacional tenemos un sistema de financiación de la investigación que nos permite realizar acciones como esta. Lo que es más difícil con esta clase de iniciativas es llevarlas luego al mercado, que es lo interesante. ¿Por qué? Bueno, fundamentalmente porque en España, en comparación con otros países europeos y especialmente con Estado Unidos, sí que existe menos desarrollo de industria con base tecnológica. A nivel de España hay relativamente pocas empresas que pudieran hacerse cargo de llevar al mercado un sistema como este. Comercializar los resultados de esta clase de investigación pasa por la creación de “spin off’s”, de empresas que surgen en los propios grupos de investigación a raíz de un producto o de unas ideas que luego se materializan en estos. Esto siempre supone un comienzo difícil. Sería mucho más sencillo si la Universidad generase un producto y una empresa dijese que le interesa y que ya está acostumbrada a comercializar esta clase de ingenios, así que toma la idea y se encarga del resto del proceso. En la Universidad no somos especialistas en todo; tú te dedicas a investigar, a tener un prototipo más o menos aceptable, pero luego desde ese prototipo del laboratorio hasta tener una versión comercializable hay que dar una serie de pasos que no son tu ámbito. Esa transición de pasar del ámbito investigador al ámbito comercial es lo difícil, pues hay poca empresa tecnológica, avanzada, que sea capad de coger un resultado como este y llevártelo al mercado aunque le pueda interesar. Muchas de estas compañías son extranjeras y ya te pillan más lejos. 

¿Considera que el mecenazgo colectivo podría ayudar a financiar esta clase de inventos? 
Este proyecto en concreto lo hemos desarrollado con otras dos universidades: la Universidad de Extremadura y la Universidad Politécnica de Cataluña. El grupo de esta última, que tiene sede en Barcelona, comenzó el verano pasado un programa de valorización de resultados de investigación –patrocinado por La Caixa– y, tras meterse, llevan un año recibiendo formación sobre cómo llevar un producto como este al mercado. Ahora mismo, durante este verano, están valorando lanzar en otoño una “spin off” que pueda finalmente comercializar esto. Parte de esa formación ha sido sobre esas posibilidades de financiación. Ellos son los que realmente se han empapado de estos temas y sospecho que para sacar adelante la empresa van a necesitar de alguien que aporte capital y, hoy en día, está muy previsto también. Hay muchas fuentes de financiación para productos incipientes, siempre y cuando estos productos convenzan a quienes tienen que invertir.

Dr. Javier Cuadrado Aranda “En España existe menos desarrollo de la industria con una base tecnológica”

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