Diego, el bebé de cinco meses de la “número tres” de Podemos, Carolina Bescansa, se convirtió ayer en el centro de todas las miradas de la sesión de constitución de las Cortes, con la que se da inicio a la XI legislatura, caracterizada por la llegada al Congreso de multitud de caras nuevas.
Desde que entró en el hemiciclo y, sin protestar ni llorar ni una sola vez a lo largo de las casi cinco horas de sesión, el pequeño pasó de brazo en brazo y recibió las carantoñas de diputados de diferentes formaciones, incluyendo las de los compañeros de filas de su madre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón.
Bescansa, que defendió la decisión de llevar a su hijo al Congreso para visibilizar los problemas de conciliación familiar y laboral, le dio el pecho en varias ocasiones e incluso bajó a votar las cuatro veces con el pequeño en brazos, y solo cuando tuvo que acatar la Constitución lo dejó al cuidado de un compañero.
Hasta tal punto Diego se convirtió en el protagonista de la jornada que en la segunda votación a la Presidencia del Congreso se registró un voto nulo porque iba destinado a él.
Así, la presencia del bebé en el hemiciclo se acabó convirtiendo en la comidilla de la Cámara. De hecho, en un momento determinado la vicepresidenta primera del Congreso, la “popular” Celia Villalobos, se acercó a Bescansa para decirle que en la Cámara hay una guardería “fantástica” que podía utilizar.
También se produjeron varios errores con los apellidos de los diputados o dudas a la hora de pronunciar algunos particularmente difíciles, sobre todo vascos o catalanes. Entre otras cosas, al candidato de IU a la Presidencia, Alberto Garzón, le renombraron García, provocando los comentarios jocosos del presidente y la vicepresidenta en funciones, Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría, cuando pasó por su lado para ir a votar.
Igualmente, a la hora de prometer o jurar el acatamiento de la Constitución, al portavoz parlamentario del PP, Rafael Hernando, lo han rebautizado como Hernández. En un primer momento, el diputado dudó de si se referían a él y, al ver que sí, corrigió al secretario de la Mesa y juró el cargo.
cacheos y protestas
Los diputados de Podemos y sus “aliados” en Galicia, Valencia y Cataluña plantearon el acto de acatamiento de la Constitución como un momento reivindicativo, comprometiéndose a trabajar para cambiar la Carta Magna y en pro de otros derechos como el del trabajo, la justicia social o la vivienda, motivando las quejas del PP.
Fuera del Palacio también se produjeron gestos de protesta y reivindicación. Así, Adicae ha convocado a afectados de las estafas de Fórum-Afinsa y Arte y Naturaleza para reivindicar una solución a su situación mientras Compromís llegó acompañado de una banda de música formada por jóvenes voluntarios de Valencia que tocaron frente a los leones.
El exdirigente de Podemos Juan Carlos Monedero, por su parte, llegó en bicicleta al Congreso, aunque la Policía acabó rápido con su pretensión de entrar con el vehículo. También acudieron sobre dos ruedas un diputado de Podemos Zaragoza y tres de Equo, entre ellos su portavoz, Juantxo López de Uralde, ataviado con un chaleco con el lema “There is no planet b” (“No hay planeta b”).
El líder ecologista no fue el único en aportar una nota de color a los tonos tradicionalmente oscuros en el hemiciclo. Junto a los rojos y amarillos de chaquetas y vestidos de algunas diputadas, muchos parlamentarios de las nuevas formaciones optaron por vestimentas informales, como bufandas de colores o camisetas con lemas como “Working class” (clase trabajadora).
Y precisamente la posibilidad de que entraran con pancartas o camisetas reivindicativas motivó el cacheo policial a los portavoces de Podemos en el Ayuntamiento y la Asamblea de Madrid, Rita Maestre y José Manuel López, respectivamente. Un cacheo por el que Iglesias pidió explicaciones al ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, que ha defendido la actuación.
La ubicación fue la principal duda que planteaban los nuevos diputados, algunos despistados también sobre dónde estaba el baño. Una vez aclaradas estas cuestiones, la mayoría ha comenzado a hacerse fotos.
Así, mientras los nuevos diputados esperaban en sus escaños con el sobre de la votación en la mano, a los más experimentados se les notaban las tablas y charlaban despreocupadamente.