Ni acabó en 13 ni sumó 13. Por no tener, no tuvo ni un 1 ni un 3. El “Gordo” se resistió a la cabalística y dejó compuestos y sin premio a los muchos compradores que recurren a la superstición para elegir el número con el que participan en el sorteo de Navidad. Nada tiene de extraño, tratándose simplemente de suerte, que se haya pensado que un año tan “gafado” como el que está a punto de acabar lo hiciese con algún guiño. Ni eso.
En Ferrol, los compradores de lotería –que gastaron 3,7 millones de euros– no fueron ajenos a la tentación de buscar el 13, y quienes lo encontraron nada han sacado en limpio. La fortuna, como se sabe, es caprichosa, no hay truco.