La madre del menor acuchillado en Pontedeume asegura que los acusados “querían acallarle”

La madre del menor acuchillado en Pontedeume asegura que los acusados “querían acallarle”
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Hasta veinte testigos desfilaron ayer por la sala primera de la Audiencia Provincial para aportar su testimonio en el juicio por el delito de asesinato de un joven de 17 años que fue acuchillado por el sexagenario Agustín Fernández Carpente que lo encontró en su casa a altas horas de la noche. Pero sin duda, la declaración más importante fue la de la madre, médica de profesión que defendió su hijo, asegurando que  era “un buen niño” y que si lo acuchillaron no fue en defensa propia porque creían que un ladrón había entrado en su casa sino “callarle para que no contara su versión”. “¿Qué es lo que esconden?”, se pregunta.
Los hechos tuvieron lugar en la noche del 10 de julio de 2011 en la avenida de Ferrol de Pontedeume ya anticipan el sentido de sus posiciones. En esa calle fue encontrado de madrugada el cuerpo de Fernando Sánchez  Grandal, un joven de 17 años que murió desangrado por  una de las siete cuchilladas que minutos antes había recibido en al casa de la pareja de sexagenarios para la que las acusaciones particulares solicitan veinte años de prisión y la  Fiscalía y la defensa la libre absolución por las eximentes de miedo insuperable y defensa propia.
Nadie sabe que hacía el adolescente en esa casa a oscuras y con guantes. Incluso la madre,  visiblemente emocionada, ha considerado “imposible encontrar una explicación” a que su hijo estuviera en esa casa, aunque ha insistido, como ya hicieron los abogados de la acusación, en que si “fuera a entrar en una casa no llevaría una camisa blanca y no llevaría dos móviles que estaban encendidos en todo momento”. La mayor parte de la intervención de la mujer fue un elogio al difunto: “Mi hijo era un niño todavía, no estaba todavía maduro como para decir que era capaz de hacer daño. Solo se dedicaba a estudiar, era brillante, era un niño amoroso, no pudo vivir muchos años”.
También subieron al estrado sus hermanas, que entre lágrimas, lo describieron como “muy pacífico, muy bueno, desprendía bondad, hablaba con todo el mundo, era amigo de todo el mundo” e incluso su melliza relató que tenían “una relación ideal, era como tener un mejor amigo en la familia”. Los amigos de la víctima  que estuvieron con él aquella noche, también lo calificaron de “extrovertido, generoso, muy buena persona y muy buen amigo” y “responsable, bueno y pacífico” para su novia, que llevaba con él nueve meses.

haciendo "Parkour"
De los testimonios se deduce que en el pasado había practicado “parkour” -una actividad que consiste en desplazarse mediante saltos en algunas ocasiones acrobáticos entre obstáculos- aunque de manera poco activa y parece que lo había dejado pero al parecer, conservaba esas habilidades porque después de forcejear con el acusado en la oscuridad subió al fregadero de un salto para escapar.
Un vecino estaba en la ventana de su casa cuando lo vio salir por la ventana de los procesados: “ a veces apuraba el paso, trastabillaba, caminó unos sesenta pasos”. ”Iba inestable. Pensé que iba borracho, no hizo ademán de llamar a un timbre o pedir ayuda, si lo llega a hacer yo hubiera bajado”, explicó el testigo que continuó describiendo como apoyó el pecho en el muro donde expiró: “No lo vi saltar, pero supuse que lo hizo”. Fue el yerno de los acusados el primero en ver el cadáver, tumbado boca abajo en el suelo.

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