La Policía francesa está tratando de determinar el número exacto de terroristas que participaron en los atentados del viernes en París, en los que murieron 129 personas, y se inclina hacia que existe un segundo sospechoso fugado, además de Salah Abdeslam. Hasta el momento, se ha identificado a cinco de los autores, todos ellos de nacionalidad francesa: cuatro de los terroristas que se inmolaron (Samy Amimour, de 28 años; Omar Ismail Mostefai, de 29; Bilal Hadfi, de 20 años; y Brahim Abdeslam, de 31), así como de Salah Abdeslam, el francés residente en Bélgica de 26 años al que se busca desde el ataque.
Por otra parte, tres de los terroristas no han sido identificados: uno de los autores del ataque contra la sala de conciertos Bataclan, muerto en el asalto policial; y dos de los kamikazes junto al Estadio de Francia, a uno de los cuales se le encontró un pasaporte sirio.
Pero los investigadores aún barajan la posibilidad de que hay otro terrorista que participó en los atentados y que estaría en paradero desconocido. Para ello, se apoyan en los numerosos testimonios recabados que indican que a bordo del coche desde el que se realizaron los disparos contra los restaurantes en los distritos 10 y 11 iban tres personas. Dos de los pasajeros del vehículo ya han sido identificados: los hermanos Brahim y Salah Abdeslam, el primero de los cuales murió durante los ataques, pero no así el tercero. El vehículo fue hallado el domingo en Montreuil, en Seine-Saint-Denis, con tres fusiles Kalashnikovs y cargadores en su interior.
Además, un vídeo confirma la participación de una novena persona en los atentados.
Ayer se conoció el hallazgo de dos escondites empleados por los terroristas que perpetraron los ataques así como un vehículo que habría sido empleado durante la planificación de los mismos. El primero de los escondites es un apartamento en la localidad de Bobigny y alquilado, según su propietaria, a Brahim Abdeslam, uno de los miembros del comando que se inmoló en el boulevard Voltaire. El apartamento se utilizó durante una semana hasta los ataques, que podrían haber sido planificados desde el mismo.
El segundo escondite es un hotel en Alfortville, en los alrededores de París, donde Salah Abdeslam había alquilado dos habitaciones con su tarjeta bancaria.
Entre los objetos dejados en las mismas hay, además de los restos de una pizza y madalenas, varias jeringuillas, agujas y tubos de intubación.
Los investigadores deberán determinar ahora si este material quirúrgico se usó para fabricar los cinturones explosivos empleados por los kamikazes o si se usaron para otros fines, como para el suministro de drogas.
Por otro lado, uno de los dos detenidos en Bruselas en relación con los atentados de París asegura haber conducido el pasado sábado a Salah Abdeslam hasta el estadio Rey Balduino de Bruselas, en donde ayer debía jugarse un partido amistoso entre Bélgica y España que finalmente fue suspendido por el riesgo de atentado.
Además, Salah viajó a Austria procedente de Alemania en septiembre por motivos que se desconocen. Mientras, el hermano de Salah le aconsejó ayer que “se entregue a la Policía” e insistió en que la familia no estaba al tanto de las actividades islamistas de este. Según dijo, la familia se pregunta “dónde está, si tiene miedo, si come”, pero para él “lo mejor sería que se entregara”.