Era su padrino, de voz grave y gran corazón, “muy cariñoso” en la distancia corta y autoexigente. Juan Estelrich lo recuerda con papelitos en la mano repasando en una cafetería su último guion. Así era que cuando se enfrentaba a la cámara: “No le tenías que decir nada porque lo hacía todo e incluso recordaba el gesto para que el plano largo y el cercano coincidiesen y no hubiera que trabajarlos después”.
Cuatro años después de su muerte, Fernando Fernán Gómez es muy recordado. Ayer Afundación lo hizo con una de sus pelis, “El mundo sigue” y esto prueba, según el ahijado, que estaba hecho de otra madera. Con un carácter que se volvía agrio cuando “le hacían una entrevista estúpida, sin profundizar, cuando era muy superficial le parecía una falta de respeto”.
Quizá porque él lo preparaba todo mucho, no toleraba no llevar preparadas las cosas, “pero yo le dirigí y era un encanto. El día de la bronca estaba allí y el señor le estuvo todo el acto increpando, antes y después y, al final solo quedó esa frase para el recuerdo”. En los suyos, están los de cuando era un niño y de mayor, dirigiéndolo.
De los primeros, se queda con uno. Tenía siete años y le reprochó que no le regalaba nunca nada: “Un día apareció en casa y me llevó a un centro comercial, a la planta de juguetes. Me compró de todo: madelmanes, un Scalextric... eso marca”. De mayor, lo recuerda con el texto enfrente: “Decía que tenía muy mala memoria”, pero es cierto que “una cosa se puede decir de muchas maneras” y “lo tienes que tener muy claro”. Por eso, la forma de conseguirlo es a base de ensayos: “Casi siempre le salía perfecto”. De su padrino, destacaba su memoria visual. La de ayer también la produjo, además de protagonizarla de casualidad porque “el papel estaba asignado para Paco Raval porque se buscaba un camarero guapo, lo que pasa es que a Paco no sé lo que le pasó y tuvo que hacerlo él”. Dice el director que se necesitan tres minutos para convencer a un intérprete.
Fernán Gómez no lo dudó y la cinta fue víctima de la censura hasta hace unos años cuando la joya oculta reflotó y fue catalogada por la crítica como la séptima del ránking nacional. l