Avenida de Mac-Mahón

Avenida de Mac-Mahón
Un toma parcial de la vía, que comunica el centro de Ferrol con Esteiro y Caranza | daniel alexandre

Otoño, esa hermosa estación del año que comienza en el equinoccio de septiembre y termina en el solsticio de invierno, y en la que los días -al principio iguales en duración a las noches- en nuestro hemisferio van decreciendo perceptiblemente. Claro que no es sólo en otoño cuando apetece pasear por esta calle –la más al sur del barrio– porque en cualquier época ofrece algún atractivo, y no digamos algunas noches especiales, como es la noche de las hogueras de San Juan.

Centrándonos ya en la observación de la calle, rúa o avenida (como ustedes prefieran), lo primero que se detecta fácilmente es que todos los edificios destinados a vivienda están a un mismo lado de la calle, la orilla norte, lo que les proporciona dos grandes beneficios: garantía de recibir sol durante, prácticamente, todo el día, y además gozar de unas excelentes vistas. Esta característica de la calle, da lugar al hecho curioso de que en todos los edificios vivienda que la forman su numeración no sigue la norma de pares a un lado e impares a otro, sino que sea continuada, y así, la primera casa de esta vía urbana (forma esquina con la calle “Adán y Eva”) es, lógicamente, el número uno, la siguiente no es el tres sino el dos, luego el tres, cuatro y así sucesivamente, hasta el número veintinueve, que es el más alto de la calle, ya cerca de la histórica puerta del Astillero. Perpendicular a esta avenida, tienen su principio o final las calles “Adán y Eva”, “Saúde”, “Españoleto”, “Travesía de Batallones” y “Colón”.

El cuartel de Dolores
Frente a las soleadas casas hay varios edificios de los que aquí, pese a su importancia, vamos a dejar una simple referencia, por razones de espacio. Destaca muy especialmente el Cuartel de Nª Sª de los Dolores (Tercio Norte), tan íntimamente ligado a la historia de Ferrol –especialmente al barrio de Esteiro– desde su construcción en la segunda mitad del siglo XVIII; de su acertado emplazamiento, su historia, etc, documentados autores han dejado ya constancia escrita y gráfica y continuará siendo objeto de nuevos estudios.


Al oeste del cuartel y separados de él por un campo de fútbol, se encuentran dos centros docentes: “Isaac Peral” y “Ssaturnino Montojo” que recuerdan con sus nombres a dos grandes figuras de la historia de nuestra Armada y de la de España; centros por los que han pasado ya miles de ferrolanos a lo largo de los cuarenta años, aproximadamente, de existencia.


Creo recordar que el “Isaac Peral” inició su actividad escolar en el curso 1978/79, y el Montojo poco después. Más a occidente de los colegios, el polideportivo de la Marina, del que causa verdadero asombro las horas de ocupación que ha tenido a lo largo de su historia.

En una zona tan ferrolana y tan íntimamente ligada a la Armada, encaja perfectamente que la avenida lleve el nombre de otro marino ejemplar: Jacobo Mac-Mahón y Santiago, que aun cuando no era ferrolano –nació en Cádiz en abril de 1820–, al llegar a esta ciudad para ocupar el alto puesto militar que le fue asignado –Capitán General del Departamento Marítimo– su integración con la población y muy en especial con sus clases trabajadoras, fue total.
El Ferrol que nació, aproximadamente, a mediados del siglo XVIII –el nuevo Ferrol–, para afrontar la construcción de los Arsenales, tenía en la figura del Capitán General alguien que no sólo se preocupaba del ámbito militar sino que ejercía una gran influencia y prestaba decisivo apoyo al nacimiento de la nueva población. Mac-Mahón, en ese sentido, se puede decir que se dejó la vida: murió el día 22 de febrero de 1887, en el edificio de Capitanía, ejerciendo su labor.

Guardia Marina
Había tenido una larga e intensa vida profesional; ya como Guardia Marina prestó sus servicios en la primera guerra carlista, donde fue ascendido a Alférez de Navío, empleo en el que se le dio el mando de una trincadura. En la isla de Cuba (aún era española), siendo ya Teniente de Navío, estuvo embarcado en una fragata y en el vapor “Bazán”; más tarde mandó el bergantín-goleta “Juanita” y el bergantín “Habanero”. Ya Capitán de Fragata fue comandante de los vapores “Hernán Cortés” y “Pizarro”. Ascendido a Capitán de Navío mandó la fragata “Berenguela”, en cuyo buque fue al Pacífico por el estrecho de Magallanes. En definitiva, un marino de gran experiencia.

Pero centrándonos en su actividad profesional y humana en sus últimos años, creo que puede ser de interés que yo reproduzca aquí, literalmente, lo que decía un diario que se imprimía en Ferrol, el siguiente día de su muerte. Al dar la noticia, con una orla negra, lo hacía con las siguientes palabras: “No creímos nunca imaginar nuestras tareas de hoy con una nueva tristísima y sorprendente. El Capitán General de este Departamento, Excmo. Sr. D. Jacobo Mac-Mahón ha fallecido a las seis de la mañana de ayer en forma casi repentina...”.

Más adelante seguía: “Caliente aún el cadáver del bondadoso anciano, nuestra pluma no acierta a formular frases que pinten todo el sentimiento que trajo a nuestra alma la inesperada noticia y expresen toda la importancia de la dolorosa pérdida que la Marina y nuestro pueblo acaban de experimentar.


El dispensador de mercedes para el obrero; el padre para el humilde; el recto y viril espíritu ante el poderoso; el hombre enérgico que propuesto se había elevar nuestros Arsenales a una condición suprema, no existe ya.
El pueblo de Ferrol, con el amigo perdió un importantísimo protectorado; el país, un servidor leal e inteligente; la Marina, un Almirante ilustre; la hidalguía, un caballero; la sociedad, un hombre de bien; y nuestras maestranzas, esos hijos del trabajo y de la honradez, siempre necesitados de apoyo y de defensa perdieron en el General Mac-Mahón el primer admirador de sus sacrificios, el primer premio para sus esfuerzos. No lo duden nuestros nobles operarios. Hoy es un día de luto para los talleres; hoy debe ser un día de quebranto para el hogar del obrero”.

Todo eso, y bastante más, decía un periódico de Ferrol titulado “La Monarquía. Diario Político”, el día 23 de febrero de 1887; se imprimía en la imprenta “Pita”, en la calle Real. La suscripción para Ferrol costaba una peseta al mes. Si el lector quiere hacerse una idea de la importancia que tenía una peseta, puedo darle una referencia: un maestro de escuela podía tener un sueldo entre 1.500 a 2.000 pesetas al año

Adhesión municipal
El Ayuntamiento celebró sesión ese mismo día 23 de febrero y, entre otros asuntos, acordó consignar en acta el sentimiento causado por tan lamentable pérdida y transmitir a la señora viuda del ilustre general “a quien tanto debe la ciudad”, el sentimiento de su adhesión.

El entierro se celebró con toda solemnidad: el féretro conducido en armón de desembarco salió del Palacio de Capitanía por la puerta principal del Paseo de Herrera, siguiendo por el costado oeste del edificio, calle Sinforiano López (hoy calle Real), y San Eugenio (hoy La Coruña) hasta el cementerio. A la cabeza de toda la fuerza iba un Brigadier a caballo.


El Ayuntamiento, representando al pueblo, formó parte de la comitiva por medio de una comisión presidida por el Alcalde, a quien acompañaba el primer teniente de alcalde, el regidor jurídico, doce municipales y el clarinero de la ciudad.

Creo que puede hacerse una consideración final a todo lo anteriormente expuesto; al acierto de dedicar una vía pública a un ilustre marino, se une el también acierto de su ubicación: próxima al Arsenal, la zona rezuma sabor militar, y al propio tiempo pertenece a un barrio, Esteiro, que, no olvidemos, fue erigido en el siglo XVIII para albergar a los trabajadores, y el bienestar de ellos fue, al parecer, una de las grandes preocupaciones de don Jacobo Mac-Mahón.

Avenida de Mac-Mahón

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