A ver si de esta

elebradas las elecciones generales, el vértigo que padecen PSOE y Unidas Podemos después de abrirse ante ellos la realidad con unos cuantos diputados menos y un cambio en la correlación de fuerzas en el Congreso, la irrupción de la extrema derecha y la pérdida de mayoría absoluta socialista en el Senado, de vital importancia para una posible reforma constitucional, les acarrea la necesidad de asirse al pasamanos del acuerdo de legislatura.
Bien es verdad que, todavía, falta sumar diputados para lograr, primero, la investidura del Presidente de Gobierno y, más adelante, el apoyo parlamentario a lo largo de la legislatura. Pero si en el anterior periodo no se necesitaba el concurso de los partidos catalanes, ahora, con parte de ellos habrá que contar a la vista de la situación de Ciudadanos, a no ser que de su congreso interno emanase un cambio de rumbo más favorable al acuerdo con socialistas y podemitas.
Por otra parte, aún no se secó la tinta de la firma del acuerdo de intenciones PSOE-Unidas Podemos y ya los populares lo están demonizando, fruto de su competencia con la extrema derecha de Vox, enemigo acérrimo de la “dictadura progre”. ¡Dios nos coja confesados!  Me pregunto si algún día se darán cuenta de la inutilidad política de imitar a otras opciones, pues es sabida la preferencia del original a la copia.
Eso sí, sería deseable que la realidad de la calle impregne al poder político. Están muy bien los diez puntos del acuerdo progresista de intenciones, pero hay tres hechos que marcan la agenda política, se quiera o no. Incluso, el primero puede requerir la reforma constitucional.
En primer lugar, a nadie se le escapa que la convivencia está muy deteriorada. El affaire catalán lo inunda todo. ¿Acaso el ascenso de Vox no es una de sus consecuencias? Una vez los jueces terminaron su trabajo sentenciando a los culpables del intento de golpe institucional, es la hora de la política. No va ser fácil con algunos independentistas provocando, el PP echado al monte o las posibles ambigüedades de Podemos. Hasta llegará el momento en que al PSC le entren dudas. Pero para eso está la política. Recuperada la convivencia, todo será más fácil.
En segundo lugar, resolver la financiación de las Comunidades Autónomas, clave para que los servicios públicos, como la sanidad o la educación, dejen de deteriorarse.
Por último, aprobar unos Presupuestos Generales. No es de recibo continuar con los de Montoro, de tres legislaturas atrás, impedimento para la modernización del país y cumplir con los compromisos europeos. 
En fin, la tarea es ingente pero quién dijo que sería fácil.
ramonveloso@ramonveloso.com

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