Tiempo de romanos

El número tres del Vaticano, Monfulano George Pell, quien llevaba las cuentas de la Iglesia, ha sido condenado por un tribunal de Australia a seis años de cárcel, como autor de cinco casos de pederastia; uno de ellos con penetración oral. Han leído bien, no fue  “compenetración oral”; el tipo fue al grano con el monaguillo sin dejarle hablar. No intenten imaginar nada, es para vomitar.  Claro que, a lo peor, luego confesó al monaguillo  y le absolvió de tan nauseabundo pecado, imponiéndole como penitencia una salve y que no se lo contara a nadie, dejando su alma limpia de polvo y paja. Me refiero a la del monaguillo, claro, porque el nacho es un puto desalmado. En tal estado de putrefacción moral de la Mafia lavanda en la Iglesia, el papelón que tiene el Papa Francisco para desinfectarla de degenerados sexuales y morralla, no basta con prédicas, condenas, ni pedir perdón por crímenes ajenos; le harían falta muchas cruces penitenciarias.¡Ay Señor, qué lejos quedan aquellos  tiempos de los romanos!

Tiempo de romanos

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