¡Oído cocina!

Se trata de una frase permanentemente repetida en los restaurantes cuando un camarero pasa la comanda para que los cocineros la preparen, y estos últimos le responden del mismo modo.  Con este grito les avisan de forma clara lo que tienen que hacer ante los fogones para no defraudar a la clientela que espera su turno en una de las mesas del establecimiento.
La frase me viene muy bien para aplicar a lo que viene pregonando estos días el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. El jefe del ejecutivo, una vez finalizados los distintos rondos de conversaciones, entrevistas y reuniones con  sindicalistas, integrantes de ONGS, empresarios y políticos que  se representan  a sí mismos e integrados en una coalición nacional que parece más el camarote de los hermanos Marx que otra cosa, se marchará a sus cuarteles vacacionales de verano para  preparar  un buen condimento, en forma de programas y propuestas, que utilizar en ese plato frio que pretende preparar para presentar en los últimos días de agosto o primeros de septiembre  con el: ¡Oído Cocina! Con este grito de guerra culinario lo que busca el señor Sánchez es decírle a todos los partidos políticos, incluidos los nacionalistas catalanes, que para él no son separatistas - ¡cuánto eufemismo junto! -, que hay que arrimar el hombro y permitirle formar un Gobierno para seguir trabajando por España, que es lo mismo que por sus intereses particulares y personales.
Con el ¡Oído Cocina! busca dar un aldabonazo en toda regla y avisar a navegantes, como están haciendo estos días integrantes de su Gobierno, dejando sobre la mesa de las declaraciones veladas amenazas, sobre todo en el terreno de lo económico, y a gobiernos de partidos que según el señor Sánchez se deberían abstener en la votación.
Para mí Pedro Sánchez es un mal cocinero y el       
¡ Oído Cocina! no sabe interpretarlo por lo que la salsa que va a preparar además de picante será muy amarga y ácida, contando para ello con los vinculados a los etarras, los nacionalistas vascos, y los que siguen a pie juntillas a Oriol y Puigdemont, que ahora son nacionalistas a secas según las definiciones del presidente del Gobierno en funciones.
Las salsas picantes y ácidas le van a sentar mal al líder socialista. No todo vale en política. Y mientras tanto los españoles esperando. Muchos ya han dicho que de repetirse los comicios no van a ir a votar. La abstención en las urnas pulula en el ambiente. 

¡Oído cocina!

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