¿Parir en casa?

Estos días ha sido noticia la muerte de un bebe en casa, tras un parto sin asistencia médica. Cabe recordar la historia de la australiana Caroline Lovell que falleció en el año 2012, horas después de dar a luz en su casa, a consecuencia de una hemorragia que las matronas asistentes no pudieron controlar. Podemos encontrar muchas noticias de fallecimientos tanto de madres e hijos que previamente habían decidido parir en casa. 
Claro que muchos se preguntarán si el citado bebé ¿podría haberse salvado? Es posible, ya que venía de nalgas y en un centro hospitalario esta circunstancia seria resuelta. Aunque, en otros casos, quizá no se salvara. La muerte es un imponderable, indefinido, aunque hecho certero. Sin embargo, a pesar de obviedades sobre la vida y la muerte, de lo que no cabe duda es que se ya llevamos un tiempo en el cual parir en casa se ha puesto de moda, sorprendentemente. Hace menos de 30 años las mujeres protestaban porque en los centros públicos no se administraba anestesia epidural a las parturientas. Pues nada, pasamos del blanco al negro en un momento. 
Hasta mediados del siglo XX, con carácter general, las mujeres daban a luz en sus casas, sin asistencia médica alguna, salvo una comadrona o la vecina “partera” del lugar. Esta práctica con el avance de la medicina quedó relegada y de ahí que disminuyera notablemente la mortalidad infantil al tiempo del nacimiento y de sus madres que solían morir desangradas. 
Los partos naturales o “personalizados” (todos los partos son naturales) han empezado a tener mucha demanda en nuestro país y muchos hospitales han tratado de adecuarse con las mamás y los papas. Los defensores de los partos en casa dicen que son más humanizados: la mujer tiene que ser el centro de su parto. Dice una defensora de esta modalidad que “ella necesita sentir que su bebé (su “cría”) puede salir de su matriz donde está protegido a un mundo externo igual de protegido, lleno de amor y respeto. Si no es así, ella no produce las hormonas que permite el parto. Y los hospitales utilizan fármacos para obligar el vientre a parir contra su voluntad, causando trauma en vez de crear ambientes más respetuosos para que los partos ocurran naturalmente”. 
Sin embargo, a pesar de lo lindo de las palabras y la cuestión idílica, bajemos al medio terrenal. Y, con carácter general, los profesionales médicos se oponen al hecho de dar a luz en casa porque esto podría llegar a agravar las complicaciones que se presenten. “Si una paciente está vigilada durante su labor de parto y tiene una complicación debería tener acceso a la posibilidad de hacer una cesárea en un periodo no mayor a 30 minutos”. 
No existe duda alguna que la decisión corresponde a los padres, pues la Ley no obliga a parir en ningún centro médico. Cada mujer decide donde y como será su parto. Por lo tanto, parir en casa es una opción totalmente legal. Sin embargo, deberíamos tomar conciencia de que la medicina ha venido para quedarse y de la misma forma en que acudimos a un hospital para curar una neumonía, o cualquier otra patología, un parto, aunque no es enfermedad, puede tener complicaciones que la naturaleza por sí misma no soluciona. Ni con hierbas, aceites, velas y música “chill out” se puede solucionar una hemorragia, un cordón umbilical enroscado ni dar solución a un parto de nalgas, por poner ejemplos. 
Tampoco vale que se expongan las condiciones en las que una mujer puede decidir parir en casa: que sea un parto único (no gemelar), en posición cefálica, con una madre sin patologías, bebe sano, sin placenta previa y sin alteraciones de coagulación. Estos, aunque son embarazos de bajo riesgo, es conveniente que el hospital este cerca. Vamos, que la cosa se puede complicar. La propia naturaleza del parto implica que hasta el final no se sabe si todo ha ido bien. Incluso hasta las 24 horas siguientes después del nacimiento. 
La ciencia médica ha reducido la morbilidad (problemas asociados) y la mortalidad a cifras mínimas gracias a la asistencia hospitalaria. Esto no puede ser opinable.