Nada cambia. La vida sigue igual

Hubo plenario de la Conferencia Episcopal y el resultado, más de lo mismo. Nada es distinto, actúan como si el tiempo no hubiese transcurrido y fuese el día siguiente de la anterior sesión. “Llueve para abajo y el sol sigue arriba”, nada cambia: La vida sigue igual. Siguen vendiendo perfiles que parecen más cercanos con ciertos nombramientos, pero me temo que poco aire sin olor a alcanfor vamos a respirar en los gobiernos episcopales españoles, porque al margen de cargos y ciertos maquillajes, los obispos continúan con un discurso extemporáneo que es difícil de entender, en forma y fondo, por el común de los mortales y por tanto, es un discurso separador, y esto es así porque siguen mandando los mismos talibanes, aunque digan que están jubilados. 
Nada se mueve sin orden del jefe y aplauso del presidente, que sigue aportando tristeza. El tono y contenido del discurso presidencial no lo entienden ni ellos y nadie, ni el que lo pronuncia, se lo cree y acaba cabreando, incluso, a alguno de los presentes que en sus discursos diocesanos. Venden mensajes distintos, y ahí, callan. Rouco y Blázquez (en este orden) siguen encantados y con un plenario que les aplaude y se balancea según el aire, buscando su postura más cómoda.
Con este panorama es normal que cunda el desánimo y el vacío ocupe el hueco. A los laicos solo nos queda criticar en las sacristías y reconocer el esfuerzo enorme intentando ayudar y ser partícipes de la evangelización, mientras la jerarquía nos cuentan milongas, disfrazan mensajes, pareciendo que su objetivo al final del día es: Un día más, luego ganamos. 
Animo a los laicos a ser críticos. No pasa nada por decir lo que pensamos en el ámbito que nos corresponde. No vale callar. No vale discrepar y aplaudir lo que no compartimos. No es malo quien disiente. Al contrario, peor es el silencio cómplice. 
Espero que después del poco resultado de plenarios, sínodos y demás, y no por culpa del Papa, se despierten conciencias laicas y cada creyente, cada colaborador, en esta Iglesia Jerárquica se manifieste claramente, donde nos toca hacerlo. Obligados estamos.
 

Nada cambia. La vida sigue igual

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