En este mes cálido y festivo que, como decía Gerardo Diego avanza “augusto y lento” y tiene a los políticos ocupados en negociaciones e intrigas en busca del poder, reconforta leer varias ideas del sociólogo Víctor Pérez-Díaz, una de las “cabezas claras” de este país que tiene capacidad para colocarse ante los hechos con la mente porosa y activa e interpretarlos.
En una larga conversación con el periodista Ángel Díaz publicada hace unos días (El Mundo, 29.07) dejó reflexiones propias de un sabio que sobrevuela las miserias políticas y sus conclusiones, que reproduzco en modo “sumarios”, son como “las verdades del barquero”.
“En España hay una medianía política desde ya hace 30 o 40 años, tanto en la izquierda como en la derecha”. Los partidos políticos “tienden al esquema binario de amigos y enemigos… Con sus formas de hacer política, de ruido y descalificación no se avanza”. “España se identifica mucho con Europa, pero luego no tiene voz propia ni en Europa, ni en la política exterior”.
“Si el espíritu de la Memoria Democrática es excluir a otras memorias y a la mitad del país, es un espíritu equivocado. España, reconciliada consigo misma en la Transición, necesita recordar y homenajear a todas las víctimas, sean del bando que sean”.
“El 23-J ha dejado una situación de perplejidad que es una oportunidad para pensar y escuchar”. “La extremas izquierda y derecha tienen detrás millones de votos y no pueden ser excluidas. Te obligan a repensarlas, no a ceder, y ver qué se puede hacer con ellas”. “Ante el problema de Cataluña o el País Vasco, se ve un cortoplacismo reactivo, falta el impulso de un gran proyecto”. “La Transición no la hicieron las élites, sino que vino en gran parte de abajo arriba, no de arriba abajo”.
El sociólogo no parece muy satisfecho con la clase política y con la deriva que está tomando España. Pero rebosa optimismo porque “el país está funcionando gracias al sentido común de la gente corriente, que es la que está moviendo la economía con su trabajo diario bien hecho… Ese es el potencial para construir espacios de convivencia y de razonamiento, como el que cambió el país en la Transición… En este sentido sostiene que “la ciudadanía puede hacer mucho a favor de una política civilizada si mantiene su lucidez y su equilibrio, evitando caer en los extremos de la sumisión habitual, la ira ocasional y la confusión mental”.
En conclusión, Víctor Pérez-Días piensa como Machado que “en España lo mejor es el pueblo” e invita a recordar lo que decía la gente de Burgos viendo pasar al Cid camino del destierro: ¡Dios, que buen vasallo si oviesse buen señor!”. Un buen señor -una buena dirigencia política y económica- es lo que echa en falta el pueblo español.