Un ferrolano al que trato cada semana me dijo que “tenemos que estar con los norteamericanos para que nos protejan, pero son unos tocahuevos (sic) que solo saben meterse en líos”. La frase carece de diplomacia, pero refleja una percepción muy extendida. La OTAN está mangoneada por EE.UU. con el decadente Reino Unido como fiel escudero, y se ha extendido hacia Rusia con la torticera excusa de evitar una guerra que finalmente ha estallado, consecuencia inevitable cuando te plantas con armas nucleares en las mismas narices de una superpotencia que como tal, se atribuye el derecho a saltarse las leyes internacionales cuando se siente ninguneada y amenazada. Para mí resulta perturbador llegar al convencimiento de que con Donald Trump esto no hubiera ocurrido, y descorazonador descubrir que el Partido Demócrata no tiene mejor candidato presidencial que un señor de 81 años con demencia senil.