¿Quo vadis Sánchez?

Nadie conoce los caminos de Pedro Sánchez, son incompresibles para muchos e inescrutables para  los demás. El mismo que proclamaba que la amnistía era inconstitucional tiene ahora a sus peones trabajando para hacerle un hueco forzado en el texto constitucional. El guarda silencio, mueve los hilos y guarda silencio porque, en el fondo, sabe la trampa que pretende colarnos haciendo de Puigdemont otro “hombre de estado” como ya hizo con Otegui y borrar los hechos que el prófugo de la justicia protagonizó en 2017.

 

Este giro de guion está produciendo grietas en las filas socialistas, sobre todo entre aquellos socialistas que no están a sueldo de Sánchez pero que tienen en su haber un protagonismo indiscutible en la transición española que hizo del Psoe el gran partido de estado que fue y que ya no es. La ministra Montero, la mala, no la peor, decía hace unos días que en el Psoe “el que se mueve sí sale en la foto” , un ataque velado hacia Alfonso Guerra que, horas después de que la ministra hablara, se sustanció en la expulsión del partido de Nicolás Redondo, un socialista que se jugó la vida en el país vasco por defender la libertad y la siglas de su partido, sin expediente alguno y por el artículo 33. Los socialistas de Sánchez llaman ahora fascistas a Felipe González o a Alfonso Guerra, entre otros y no porque los quieran apartar sino porque los quieren dinamitar y con ellos al sistema nacido de la Constitución del 78 que tantos frutos nos dio a los españoles. Pero la realidad es que no son dos los socialistas que rechazan esta amnistía “a medida” que pretende Sánchez, son muchos más y entre los españoles son más del 70% los que la rechazan, porcentaje también mayoritario entre los votantes socialistas, da igual. Sánchez está dispuesto a todo con tal de seguir en Moncloa y Yolanda se arrastra para que Sánchez acceda a esa ignominia porque ella se lo juega todo, sin vicepresidencia la comunista no es nada y sus “amigos” de Podemos la esperan en la sala de descuartizo.

 

Entonces, ¿por qué calla Sánchez? Pues parece ser que el presidente en funciones tiene en mente un plan b si la amnistía se le hace bola, que consiste en convocar elecciones generales con un mensaje tan falso como torticero: no cedí a los independentistas porque querían romper España y eso no sucederá mientras él sea presidente. Retuerce el relato hasta caer en el absurdo porque, a estas alturas, no queda un solo español que dude que Sánchez está dispuesto a todo para seguir. Con Sánchez en el poder, hubiera sido imposible el acuerdo constitucional, los pactos de la Moncloa o la reconciliación entre españoles que, a la postre, fue el gran éxito del texto constitucional. Ahora los españoles estamos pendientes de un prófugo, de un terrorista y de unos diputados socialistas, de estómago agradecido, dispuestos a convertir en fascistas a todos aquellos que tengan diferencias de criterio con el autócrata Sánchez. Nadie sabe hacia donde va España, ni Sánchez ni el Psoe, pero seguimos pagando la gasolina a precio de oro, el aceite como si fuera un lujo y liderando el paro entre los países europeos. Con gobiernos parecidos Argentina se quedó sin carne, Venezuela sin petróleo, Cuba sin azúcar ni tabaco, Chile sin cobre o Colombia sin café. Sigan jugando…

¿Quo vadis Sánchez?

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