El Prestige “ferrolano”

El día 13 se cumplía el veinte aniversario de la petición de auxilio del Prestige; el 19 ―seis días después― naufragaba; como lo habitual en los siniestros marítimos, hablaba todo el mundo menos los profesionales, y los políticos tomaban decisiones sin contar con estos.
 

Hay circunstancias que no deben pasar desapercibidas: La carga era fuelóleo pesado, sin riesgo de explosión, no petróleo crudo. El año límite, según las leyes marítimas, para la navegación de buques monocasco fue 2.005.
 

Las inspecciones de buques controlan el funcionamiento de equipos y sistemas, mediante mediciones, pruebas y análisis. Incluyen identificación de defectos estructurales, daños o corrosiones.
 

Estas actuaciones son llevadas a cabo, generalmente, por ingenieros navales de sociedades de clasificación reconocidas por los Estados y   en el Convenio Internacional para la Seguridad de la Vida Humana en el Mar (SOLAS).
 

En mayo de 2.021 el buque superó la quinta verificación especial; un año después, en mayo del 2.002, pasó la inspección anual, cinco meses antes del siniestro. Teniendo esto en cuenta y el fallo estructural que provocó la rotura del casco, afirmar que toda la responsabilidad la tuvo el capitán del buque no es razonable.
 

Pedir auxilio y refugio en momentos de riesgo para el buque es elemental y de sentido común que todo capitán realiza, como profesional y experto en la navegación y maniobra de su buque.
 

Pretender que para salvaguardar la costa, los intereses pesqueros y medioambientales, la solución es denegar refugio, alejar el buque ya dañado estructuralmente y someterlo a más esfuerzos debido al temporal, denota falta de criterio profesional, como así demostró la terca realidad y las consecuencias que todos conocemos.
 

El resultado de la decisión tomada por la Administración del Estado supuso una serie de medidas paliativas plasmadas en un consejo de ministros que, dadas las circunstancias, se celebró en A Coruña.
 

El famoso Plan Galicia, impulsó inversiones que beneficiaron a toda la región, entre otras:  impulso al AVE a Madrid, la monumental obra del puerto exterior de Langosteira, parador de turismo en la Costa da Morte, Eje Atlántico ferroviario…
 

Pero, como siempre, una vez más Ferrol fue marginado. Ni el Eje Atlántico llegó a la ciudad, como estaba previsto, y el AVE del Cantábrico Ferrol – Bilbao ni está ni se le espera.
 

En esta ciudad, hablar de ferrocarril o estación intermodal es síntoma de decepción. De momento el político, siempre con buenas palabras, sea del partido que sea, nos relega a la vía centenaria inaugurada por el Rey Alfonso XIII.

El Prestige “ferrolano”

Te puede interesar