Portugal

Las elecciones de 1996 propiciaron un cambio de Gobierno y se caracterizaron por una dura agresividad que no impidió el giro. El argumento principal: la derecha era la oscuridad y el retroceso, mientras la izquierda el progreso y la alegría. Suena igual ahora.


Escuchamos duras descalificaciones al partido contrario, pero además las mismas se han extendido a empresarios, jueces y todo aquel que discrepa del mandato único.


Asistimos a una serie de posicionamientos que muestran claras incongruencias y asustan si pensamos en los próximos cuatro años. Por un lado, una parte del actual Ejecutivo, insiste en que la “economía española va como una moto”, por otro, otra parte no deja de anunciar medidas de ayudas como el bono hipotecario, subvenciones, subsidios, la herencia universal ―que incluso, dentro del propio Gobierno se pone en duda―.


Una persona sensata puede pensar: si la economía va tan bien, ¿por qué son necesarias estas medidas? Si la economía va tan bien ¿por qué una ministra dice que las pensiones de los abuelos aguantan las cuentas familiares? Si la economía va tan bien ¿Por qué no pagamos las cuantías a las que hemos sido condenados por tribunales internacionales debido a nuestra postura en las renovables?


Asombra que en entrevistas entre los propios miembros del Gobierno se anuncie que en caso de confirmar su continuidad lograrán la reducción del desempleo hasta dejarlo en el 8 %. El pleno empleo se calcula que se materializa cuando se llega al 4 y Alemania, por ejemplo, esta en el 2,5. La reflexión es sencilla: ¿Qué ha estado haciendo el Gobierno en estos últimos cinco años para estar en el 12? ¿Por qué ahora van a lograr la sustancial mejora?


Hace algo más de un año, en la propia Europa, unos ciudadanos despertaron con una guerra inesperada por invasión de su país que acumula miles de muertos. El mismo invasor ofreció, años atrás, 10.000 soldados ―probablemente mercenarios, como ahora vemos― a unos independentistas para llevar a buen fin un golpe de estado.


Actualmente, el vecino país Marruecos acosa a España con reivindicaciones territoriales, incluyendo las islas, favoreciendo la inmigración ilegal o espiando a nuestro Ejecutivo. Además de seguir un proceso de rearme sin precedentes.


En estas circunstancias, ¿podemos estar totalmente tranquilos? ¿Hasta el punto de que miembros del actual Gobierno insistan en el desarme de las Fuerzas Armadas, reducción de gastos en defensa y nuestra salida de la OTAN?


Esperemos que en próximas fechas el sentido común se imponga; de no ser así habrá que agarrarse al dicho: “menos mal que nos queda Portugal”.

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