A nadie le sorprende que, tras unas elecciones o un debate político, incluso tras una moción de censura, todos los partidos se apresuran a celebrar su victoria. La ciudadanía tiene su propia percepción y las algaradas de los partidos políticos dejan perplejos a unos ciudadanos que no están para tonterías y que tienen bastante con intentar salir adelante cada día haciendo frente a facturas que no paran de crecer y engordar. Esta es nuestra preocupación y lo demás es literatura. Cierto es que quienes tienen el deber de hacernos la vida más fácil a través del gobierno de la nación se han convertido en literatos, eso sí, de baja calidad, cuyos cuentos nada tienen que ver con nuestras cuentas. Si Sánchez va a China a visitar al amigo de Putin, será muy placentero para Sánchez, pero en nada arregla los precios que pagamos cada vez que intentamos llenar la nevera. La última subida reconocida de la cesta de la compra supera el 16% que se acumula a todas las subidas anteriores y que hace imposible que en muchos hogares puedan disponer de una alimentación saludable y se limiten a bucear precios en los supermercados para llenar su cesta de productos de bajo coste para llenar los estómagos quizá porque tengamos la mala costumbre de comer todos los días. En esa realidad paralela en la que vive nuestro gobierno no estamos los españolitos de a pie y por eso los datos que el gobierno celebra cada día que suelen ser macro económicos no los podemos celebrar, nos quedan demasiado lejos y no los vemos traducidos en nuestras humildes micro economías que no son otra cosa que contar las monedas que nos quedan en casa para hacer frente a impuestos, gastos, alimentación y atenciones imprescindibles de nuestras familias. Esto en el mejor de los casos porque la ya destruida clase media tiene a sus antiguos miembros al borde de las colas del hambre cuando no ya en ellas. Por todo esto y mucho más, el gobierno merece una censura y la tiene, la de los ciudadanos, que no precisa de mayorías parlamentarias para mostrarla y que para ganarla han de llegar unas urnas que ya están a la vuelta de la esquina. Veamos ahora la moción de censura parlamentaria celebrada esta semana y que es un ejemplo de lo que no esperamos de nuestros representantes. Sánchez dice estar contento, Abascal también, Yolanda también y esta es la cuestión. Esta moción ha servido para que Sánchez monte una extrema izquierda a su medida y que el propio Sánchez ha decidido que lidere la ferrolana diputada por Pontevedra de tal suerte que la vicepresidenta pasó del dedo de Pablo Iglesias al dedo de Sánchez, pero ella siempre creció digitalmente aunque así, haya traicionado a partidos y personas que la llevaron en volandas hasta donde llegó que no es poco. Irene Montero y Belarra ven en peligro su sillón tan bien remunerado y Pablo Iglesias ve como su obra se diluye como azucarillo en el café con la cucharilla en la mano de su pupila que, entre Podemos y Sánchez, no ha dudado en quedarse con quien le puede renovar un ministerio. Todas las humillaciones que tengan que aguantar Belarra y Montero las aguantarán, ser ministras siete meses más les compensa. Podemos tiene escrito su epitafio y ellas lo saben, es el cuento de la Cenicienta cuando suenan las campanadas.