Pinchar el suflé

A menudo en política se emplean frases procedentes de otros ámbitos de la vida con el objetivo de explicar determinadas estrategias o situaciones a las que se llegan o que se pretenden mantener o, por el contrario, revertir. En las últimas fechas he escuchado una de ellas que me viene al pelo –si me permiten la expresión– para definir lo que está ocurriendo en estos casi cien primeros días del mandato de José Manuel Rey Varela en el Concello de Ferrol.


Pinchar el suflé. Tres palabras sobre las que creo que no es necesario ahondar mucho para entender su aplicación a la política. Efectivamente, lo primero que a cualquiera se le pasa por la cabeza es la “jugada” de conveniencia, tan habitual por desgracia en este mundo, dirigida a hundir o desacreditar a alguien para mantener o acceder a determinado puesto. A grandes rasgos, en la mayoría de casos que he escuchado la frase, el objetivo que se perseguía era ese, o muy similar. Pero lo curioso del asunto que nos atañe es que en esta ocasión el suflé no ha sido pinchado, sino que solo ha empezado a perder aire y, sin necesidad de tener que utilizar el pincho de cocina, ha bajado ya varios niveles. O, utilizando una frase también muy manida en política, el gobierno de José Manuel Rey Varela, en apenas cien días, se ha pegado varios tiros en el pie. Y, más allá de logros o incumplimientos que merecen un análisis mucho más en detalle y que se realizará desde el grupo político del que formo parte, el socialista, cuando corresponda, lo que me resulta más preocupante es lo que evidencian muchas de las decisiones adoptadas en estos tres meses de mandato.


Porque las personas que nos dedicamos a la política tenemos que gestionar y en ese día a día de dar respuesta a numerosas situaciones y problemas de todo tipo, nos equivocamos, como acontece en cualquier otro sector laboral. Pero una cosa es el error y otra la actitud. Confundir la mayoría absoluta –muy ajustada, por cierto, y con menos votos que la suma de los grupos de izquierda que integran la corporación– con el absolutismo está llevando al Partido Popular a echar por tierra algunas de las frases que más emplearon durante los cuatro años pasados y de las que hicieron bandera a lo largo de la campaña electoral y a, en definitiva, olvidarse de la palabra diálogo para cambiarla de forma recurrente por el rodillo.


Son, lamentablemente, muchos los ejemplos que en apenas cien días constatan esta ausencia de búsqueda de consensos o de mayorías más amplias que las de sumar los 13 votos que te permiten sacar los asuntos adelante en un pleno, y que van desde temas tan relevantes como la elaboración de los presupuestos de 2023 o el reglamento de régimen interno a otros con menos calado mediático como el reparto de ediles en los consellos escolares de los centros locales; sin olvidarnos del tapado de los restos de San Francisco sin haber pasado los informes tan siquiera por la comisión informativa, o la reciente aprobación del Plan de Obras y Servicios adicional de la Diputación, rompiendo además un acuerdo histórico de dedicar esta subvención a inversiones en la zona rural.


Empieza, pues, el Partido Popular desinflándose solo. Una verdadera pena para Ferrol.

Pinchar el suflé

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