La OTAN y el capitán Araña

La libertad no puede ser absoluta, porque si lo fuera, tendríamos derecho a invadir la libertad de los demás. Con la seguridad pasa lo mismo, porque el derecho de cada nación a reforzar su seguridad debe tener la línea roja de que no se haga a costa de la seguridad del vecino. Digo esto, porque independientemente de la inquietante personalidad de Putin, la posibilidad de ubicar a lo largo de 2.616 kilómetros de frontera con Rusia el armamento nuclear de la OTAN, supone una indiscutible provocación para cualquier gobierno ruso. ¿Qué pretendían los sucesivos gobiernos ucranianos al insistir en su solicitud de ingreso? ¿Evitar una futura invasión rusa? ¿Recuperar Crimea y los territorios segregados de Lugansk y Donetz? Mención aparte merece la OTAN, que al dar falsas esperanzas de ingreso a Ucrania, se ha comportado como el capitán Araña con su tropa, que la embarcaba y se quedaba en tierra.

La OTAN y el capitán Araña

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