Decía John Lennon que la vida es lo que sucede mientras hacemos planes. Por Pedro Sánchez sabemos que su plan es seguir en La Moncloa los próximos 1200 días. Lo ha dicho sin tener en cuenta la advertencia de Lennon. Sánchez consiguió superar la investidura con el apoyo de un conglomerado de partidos dispares unidos coyunturalmente por un impulso común -impedir la llegada al Gobierno de la derecha, “el cordón sanitario”- y con objetivos específicos: los independentistas encontrar apoyo para sus hojas de ruta, los comunistas (Sumar) reeditar la coalición con el PSOE que les permitiera seguir formado parte del Ejecutivo y Podemos, en caída libre tras el fiasco de la ley del “solo sí es sí” de Irene Montero, para intentar retrasar el naufragio.
Fue una empresa conjunta para sacar adelante la investidura que Pedro Sánchez pretende hacer extensiva a la legislatura. Puede que sí y puede que no. La semana pasada en el trámite parlamentario de votación de la polémica Ley de Amnistía, Junts -siete diputados separatistas-, le dieron un susto que ni esperaba ni creía merecer visto que había cedido a todas sus exigencias para intentar complacer al prófugo Carles Puigdemont. Para rematar la humillación una de sus portavoces (Miriam Nogueras) ha dejado muy claro que el respaldo a lo largo de la legislatura tendrá que ganárselo. ¿Cómo? Pues con nuevas concesiones. La más inmediata recauchutando el texto de la Ley de Amnistía de manera que el prófugo pueda acogerse a ella para regresar a España sin temor a ser encarcelado. Por su parte, ERC (Pere Aragonés) insiste en pactar ya un calendario para una consulta sobre la independencia de Cataluña.
Los de Esquerra aprietan menos, pero visto que Junts consigue lo que pide, podrían acabar sumándose a la piñata sabedores de qué Sánchez, con tal de seguir en el poder, es capaz de conceder todo lo que reclamen. Unos y otros se necesitan. Puigdemont sabe que si dejara caer a Sánchez y llegara a gobernar el PP, con Núñez Feijóo se les acabaría la barra libre. Quizá sea esa conjetura convertida en esperanza lo que induce a Pedro Sánchez a pensar que podrá seguir en La Moncloa durante los próximos 1.200 días. Podría ser.