Malos tiempos para el PSOE

Pero no se equivoquen, no lo son para Sánchez. El presidente del gobierno mientras mantenga el apoyo parlamentario de Bildu, ERC, Junts, BNG y la menguante aportación de Yolanda se fuma un puro mientras el Psoe languidece. Una vez apartada la social democracia de su hoja de ruta e hipotecado su poder institucional con los separatistas de toda España, Pedro Sánchez se dispone a agotar la legislatura a costa de lo que sea, al fin y al cabo, lleva seis años de presidente y puede llegar a los diez, lo demás a él no le importa. Algún líder regional viene advirtiendo a su partido de que la deriva tomada por la actual dirección pone en serio peligro la viabilidad del partido y, elección tras elección, los votantes socialistas abandonan la papeleta del puño y la rosa para refugiarse en otras opciones, básicamente la de partidos nacionalistas que, lógicamente, prefieren el original que la copia. Galicia lo dejó bien claro, por mucho que el gobierno y su extenso y contumaz brazo mediático se empeñen en disociar los desastrosos resultados de la amnistía y de las amistades peligrosas que Sánchez ha elegido. Pero ya no es solo García Page, Lobato en Madrid y la presidenta del PSOE toledano han levantado su voz, mientras muchos otros socialistas comparten las dudas sobre los compañeros de viaje, pero callan porque su sueldo depende de la voluntad del propio Sánchez bajo la vigilancia de Santos Cerdán.


El aparato del PSOE se inventó una estrategia de comunicación que tuvo cierto éxito en casi toda España y digo casi porque en Galicia fracasó abruptamente. Consistió en sembrar la duda entre el electorado de que podía haber un vuelco electoral en el feudo popular. Horas y horas de televisión y radio, también en la prensa, dedicadas a abonar esa idea que alimentaba las esperanzas de Pontón de hacerse con la presidencia de la Xunta. Ya es curioso que el PSOE se conformara con ser muleta de los separatistas gallegos y renunciara a ser el partido de gobierno que, en otros tiempos, fue. A la manipulación masiva que pretendieron la faltaba una base sobre la que apoyarse y, ahí, apareció Tezanos con su CIS, y sobre la información falseada y adulterada, los socialistas montaron toda una campaña que solo sirvió para generar ilusiones para acabar en enormes decepciones. El PP renovó una amplia mayoría manteniendo intacta su idea de ser el partido que más se parece a los gallegos mientras el PSOE se estrelló contra la realidad y obtuvo el peor resultado de su historia.


Ahora vienen las vascas y a continuación las europeas y nada hace pensar que la posición del partido de Sánchez vaya a mejorar. El ciclón anunciado por Page continua su camino hacia la irrelevancia del PSOE. A mediados del siglo XIX, el almirante Méndez Núñez dejó para la historia aquella célebre frase que Sánchez parece no conocer:” más vale honra sin barco que barco sin honra”. Un partido puede tener altibajos, pero mantener su prestigio intacto para poder competir por la alternancia en el poder, pero un partido sin principios ni hoja de ruta puede acabar en la nada. Echen un ojo a Grecia o Francia, países donde los socialistas gobernaron y hoy no llegan ni a irrelevantes. Lo que faltaba al PSOE era un caso de corrupción en la era Sánchez, pero ya lo tienen y no saben como resolverlo. Ya saben, la izquierda es contundente con la corrupción de otros e indulgente con la suya propia, pero la ciudadanía ya no traga y, afortunadamente, es absolutamente intolerante con los corruptos y con quien los protege.

Malos tiempos para el PSOE

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